Sed bienvenidos...

... los que estáis asqueados de toda la Tontería que nos rodea, los que estáis hasta los cojones/ovarios de aguantar imbéciles e incompetentes, los que tenéis que reventar y no podéis porque vuestra castrante moral judeocristiana os lo prohibe, los que sufríais de pequeños las mofas de seres inferiores, los que esforzándoos no obtenéis recompensa, los que vivís en un mundo que no es para vosotros, los que sabéis parte de la verdad pero os toman por locos, los que necesitáis opinar sin ser juzgados por ignorantes, los que pudiendo cambiar las cosas aún dormimos.

viernes, 24 de junio de 2011

LOS TABÚES DE NUESTRO TIEMPO

Hermanos, hermanas...

Los necios opinan que no existen ya los tabúes en nuestra gloriosa y civilizada sociedad. Claramente, es mentira. Si cabe, son más numerosos y castrantes que los conocidos ya a lo largo de la historia. Normalmente, observamos las normas implícitas que otras civilizaciones tuvieron y nos sentimos estúpidamente superiores. Hagamos hoy un pequeño repaso del tabú en nuestro tiempo y seamos conscientes durante un momento de todas las cosas que nos prohibimos, de lo interiorizado que tenemos el acto de cerrar el pestillo de la caja de caudales de nuestra conciencia y tirar la llave al váter. Todo como buenos súbditos y vasallos. Como quieren que cumplamos. En el futuro próximo dedicaremos algunos sermones a desarrollarlos.

Aquí, los siete tabúes capitales:

Tabú nº1: LA MUERTE.
Ha sido un tabú toda la vida de Dios, pero antes había más cojones para afrontarla. La muerte es un tema prohibido. El no pensar en ella prioriza un rabioso presente en el que prima un carpe diem orientado a la compra masiva de cachivaches estéticos y vacíos que nos llenan precisamente eso, el vacío y el miedo que le tenemos. La vejez no está de moda, y si presentamos a un viejo en la tele lo adornamos con pintura de labios y mechas, o hacemos un casting exahustivo que nos proporcione un anciano definido, alto y musculado para anunciar un pegamento de dentaduras, que nos convenza de que somos inmunes a la Parca. No hay más que ver cómo te miran cuando ahorras o preparas algo para el futuro; se cachondean de uno y le llaman viejo amargado. No caen en la cuenta de que uno, además de disfrutar el presente, se procura un futuro, es decir, un presente contínuo.

Tabú nº2: CRITICAR A UNA MINORÍA.
La demagogia es un gran mal. Prohibe señalar los defectos de los europeos del este, aunque te roben, de los moros aunque vendan costo, de los gitanos aunque sean violentos… Es un bozal perfecto para qué tú mismo te lo pongas por vergüenza. Puedes criticar a los hombres que agreden y matan a las mujeres pero no a los maridos que son inducidos al suicidio o al ostracismo por la tortura psicológica de sus mujeres. Puedes decir que un niño es un hijo de puta maleducado pero nunca que lo es un Síndrome de Down, por muy consentido que esté. La gente se acaba olvidando de que los mismos defectos de la mayoría (por cierto ¿quién es la mayoría?) también los comparte la minoría. A carajotes no nos gana nadie: somos los amos.

Tabú nº3: LA PAREJA.
Nunca se te ocurra decir que te agradaría follarte a otras personas que no son tu pareja. La mayoría de la gente, llegando a este punto sufre un cortocircuito y prefieren emitir un discurso hipócrita que admitir la verdad de cara. Todas las parejas fingen estar de puta madre, no tener problemas, estar enamorados a tope a tiempo completo. Es mentira. El enamoramiento, la pasión, el perder el culo, no es el amor. Es más, el amor y el sexo no tienen mucho que ver. No estamos con nuestras parejas por un amor sexual, ni un amor romántico. Estamos porque tenemos miedo a la soledad. Los que entienden esto y fundan un proyecto común libre de ataduras, pasando de la fidelidad sexual y del instinto de posesión, y admiten sus problemas como personas que son, llegan al verdadero afecto y pueden durar siempre. Esto no lo entienden la mayoría de las personas, y menos los que llevan con su pareja menos de 5 ó 6 años (es más,me crucificarán por decir la verdad), pero en su fuero interno, si se liberan del tabú, lo entenderán. De esto, hablaremos largo y muy tendido.

Tabú nº4: AMOR PATERNO.
Recuerdo una escena de la película de Bergman “Secretos de un matrimonio”, en la que una abogada que gestiona separaciones le pregunta a una mujer mayor si no considera a los hijos a la hora de evitar la separación. La mujer le contesta: “Yo nunca he querido a mis hijos. Me esforcé en darles una buena vida y fuí una buena madre. Mi marido quería que los tuviésemos. Le dije que cuando los educara y los sacara adelante, me separaría. Necesito vivir la única vida que tengo; hasta ahora la he dado a otros”. Estas frases dichas con toda naturalidad me impactaron en la mente como una bomba de hidrógeno. Reventaron el tabú. Vi lo que no estaba preparado para ver (y que por gajes de mi oficio he tenido que tratar mucho): que muchos padres, precisamente los que más se vanaglorian de ser mártires y proteger a los niños, en un afán compensatorio y culpable, tienen el problema en que no los quieren. Nunca los han querido, los engendraron por inercia, y así se explican muchas cosas de cómo nos va. Qué fortuna para un niño cualquiera, entonces, nacer en un sitio donde se le quiera.

Tabú nº5: LA ESCLAVITUD AUTOMANTENIDA.
Ya hablamos ampliamente de esto el año pasado. Los esclavos pululan por las calles creyéndose libres. Su libertad es comprada a cambio de unas bragas de Woman Secret y una camiseta de Oysho. Cualquiera de estos zombis se ríe en tu cara si les explicas de qué va el cotarro. Y esa risa es el antivirus más poderoso del consumo. Ellos mismos defienden al patrón. Si alguno llega a la frontera de ese entendimiento, reculará y dejará de cavilar como lo hace ante el vértigo que da pensar en la muerte o en el infinito. Demasiada lucidez exigida a una sociedad que ha estudiado en la ESO.

Tabú nº6: IR EN CONTRAMANO.
Jack Nicholson comentaba a Denis Hopper en Easy Rider sobre cómo veía la masa a los que eran algo diferentes. Literalmente se cagaban del miedo y los eliminaban. ¿Por qué ese miedo? Porque representan alternativas, cambios… incomodidad de tener que esforzarse en mejorar las cosas. Esto es tan radical, que se manifiesta incluso en chorradas: muchos habréis vivido la experiencia de llevar puesto un gorro o una chaqueta ligeramente diferente (no histriónica, ni mucho menos) y sufrir los chascarrillos y comentarios jocosos sin puta gracia del respetable. Todos eso chistes son miedo. Son un seguro que protege al tabú. O prueben ustedes ir en contra de una simple convención social, que ya sabemos como se acaba (ejemplo: hay que ir a una fiesta de la plantilla y cuesta 60 euros: decides que tú no tienes ese dinero o que no te sale de las gónadas ir… apestado y exiliado de por vida, o por lo menos unos años).

Tabú nº7: LA INTOLERANCIA.
La moda progre dice que todo es respetable. No es así. Todas las opiniones no son respetables. Votar a un presidente porque es más guapo que el otro no es respetable. Subirse en una carroza y airear la cebolleta vestido de puta pidiendo dignidad es contradictorio, y desde luego no es respetable. Salir a la calle y llenarla de botellas alegando que la juventud sólo se vive una vez, no es respetable. Quejarse sin aportar soluciones no es respetable. Decir una verdad no la hace respetable sólo porque la haya dicho un ser humano (no es una cualidad inherente a la persona). El respeto hay que ganárselo, y se optiene siendo eficaz, coherente y maduro. El respeto no es gratis. Lo siento, pero el respeto no lo merecen todos.

A algunos les resultará curioso no ver ninguna prohibición referente al sexo: simplemente dejó de ser un tabú hace tiempo. Las tonterías referentes al mismo en la actualidad son debidas a la tontería general que tiene la gente de no acabar de ver el sexo como algo natural y normal.

Estos son los 7 tabúes capitales. También existirán otros, según las perspectivas, que los hermanos pueden aportar en sus comentarios, que serán bien recibidos. Como se ve, los tabúes de ahora funcionan como los de antes: se trata de poner normas y hacerlas interiorizar para que los guiones a seguir por todos estén bien delimitados. Nada nuevo bajo el cielo. Todo diseñado para controlarnos: qué jartura, amigos… qué jartura.

Podéis ir en paz.

lunes, 20 de junio de 2011

TRES EJEMPLOS DE ESTUPIDEZ PERINATAL

Hermanos, hermanas...

La imbecilidad de los padres de esta generación llega a límites insospechados por la ficción. Siguiendo con la tesis por primera vez presentada en La Generación Actual de Padres Gilipollas” y las secuelas (Apocalipsis Generacional), hoy presentamos 3 casos que vienen a ilustrarnos a cerca de la teoría de que la mayoría de los individuos actuales, ya antes de ser padres irresponsables, eran simios mentalmente grotescos y peligrosamente inquietantes. De estos tres ejemplos aprenderemos…

• De cómo el individuo o individua hace primar la estética sobre todas las cosas, y por ella, moriría y/o mataría.
• De cómo el ser humano sigue dominado por el pensamiento mágico.
• De cómo el ciudadano medio adopta a poder ser, una postura progre y gilipollas, que le resulta cómoda y autocomplaciente, derivándose de ello un daño inmediato para “susniñosdesusentrañas”.

Como primer ejemplo, hablemos de la Mamirexia. Este palabro no me lo he inventado yo, hermanos. Existe, y alude al trastorno mental que algunas embarazadas y tontas del culo sufren en sus carnes, consistente en querer (y ejecutar de hecho) estar en exceso delgadas, respondiendo a los cánones que Dios y los maricones de pasarela mandan. La futura madre (lo de futura ya veremos, por la tontería que tiene encima) ha visto en las asépticas y estéticas series y películas de la tele, así como en las revistas retocadas por Photoshop; casos de tipas en edad de merecer, con sus piernas bien contorneadas, pechos turgentes, cara delgada y mona, que ocultan dentro del vestido del carácter de su personaje un almohadón bien mullido. También han visto a famosas que paren y tienen tiempo y dinero para entrenadores personales y se dedican sólo a lo que toca ahora. El caso es que veíamos hace poco la noticia en la que una embarazada dejaba de comer para ser una madre sexy, vamos follable. Se hinchaba a abdominales (con el bombo puesto), se metía una hora de bici y otra de footing. Cuando le hicieron la cesárea tuvieron problemas para rajar porque la pared abdominal era una puta piedra. La subnormal quería estar embarazada pero teniendo el vientre plano, flípenlo. Pensó que las leyes naturales no iban con ella, que la reserva de grasa en tetas y molla era para otras. Que antes muerta que los tobillos gordos. Y no pudo esperar a parir para recuperarse. Tenía que ser la jodida Victoria Beckham de la barriada. No supe si el niño salió de allí vivo o no, pero si lo hizo no me quiero yo imaginar cómo. Mamirexia… piensen en ello.

El segundo ejemplo de estupidez humana lo vi en un foro hace poco. Una embarazada estaba muy preocupada porque pensaba que los pensamientos se traspasaban al feto. Atentos, no los sentimientos como la ansiedad o la tranquilidad (regulados por los flujos hormonales en el torrente sanguíneo, por el hipotálamo y toda esa historia), sino los pensamientos. Por lo visto, la buena-mujer creía (influida por todo ese esoterismo barato de conexión madre-hijo más allá de la biología y maternidad) que si te cruzabas un negro por la calle y te asaltaba un mentismo del tipo “puto negro, vuélvete a tu selva de mierda”, al preinfante le eran transferidas las ideas racistas de balde. O que mirando a una señorita de la mala vida, si se tercia mirarle y evaluar que su culo es bocato di cardinale, el niño le saldrá putero. Hay que leer más. No infravalorar la cultura general es importante: saber un poquito de todo arregla estos problemas y te previene de ser un zoquete. El niño, lo mismo te sale racista y putero, pero no por esto, sino porque tú lo eres y le educarás para ello, negligente aunque enérgicamente.

El último ejemplo nos viene de los padres progres de los que hablaba el diario El País hace unos días. El titular decía algo así como “La decisión de los padres de no vacunar a sus hijos hace que se extiendan las epidemias”. Resulta que viéndose el incremento de cientos por cien de casos de rubeola y sarampión en la población infantil, con sus consecuentes defunciones, se investiga y se constata que una población de padres elige no vacunar a sus hijos por ideología. Hubo menos muertes por E. Coli en Alemania y montaron la de Dios es Cristo. Alegan razones revolucionarias como no enriquecer a la industria farmacéutica, o el ya tardío argumento de que cuidarnos tanto nos hace vulnerables. Pareciéndome estas razones buenas o malas, no creo que quepa preocuparse a muerte por el color de la ropita si es niño o niña, o por si le tienes que poner a la barriga los auriculares con Mozart o Los Ramones. Total, el niño se te va a morir… ¡progre carajote de los cojones!

Y luego, la máxima: hijos tontos, progenitores gilipollas. No falla.

Lo que acaban dando es más y más argumentación de que los padres imbéciles de estos tiempos deben dejar de preocuparse por qué mundo van a dejar a nuestros hijos, y empezar a preocuparse por qué hijos vamos a dejar en el mundo.


Podéis ir en paz.

viernes, 17 de junio de 2011

EL FRAUDE MOLA

Hermanos, hermanas...


En tiempos de nuestro Señor Jesucristo, los recaudadores de impuestos eran una casta peor vista que las meretrices o los esclavos, más despreciados que la guardia del imperio, y que los chuchos inmundos que olían los meados en las calles. Todo ese raciocinio se ha perdido, y ahora vemos normal y lícito el respeto a esta profesión, e incluso somos amigos de los banqueros , aseguradores, y otros prestamistas/usureros /especuladores. En definitiva somos más tontos que antes: más pusilánimes, en definitiva, panolis a la máxima potencia. Con esto no quiero decir que no quiera colaborar a mejorar los servicios públicos (no va el asunto por ahí, hermanos); me refiero más bien al fraude que Hacienda lleva a cabo durante estos años de crisis y que no he visto a nadie señalar aún.

Para empezar no se me ocurrirá llamar a esta organización de recaudadores nada parecido a “hijos de la grandísima puta”, ni “cabrones redomados”, ni “negreros fraudulentos vástagos de mil padres”… Dios me libre. Sobre todo porque la cosa funciona sólo unilateralmente: ellos pueden engañarte, saquearte y dejarte listo de papeles, pero a tí, es mejor que no se te ocurra siquiera mentarles a la madre, porque ahí pagas fijo.

Expongo la experiencia reciente, y ustedes llegan a la conclusión que tengan a bien:
Mi pareja es una diplomada universitaria ochocientoeurista (porque eso de ser mileurista es ya cosa de ricos, y yo me doy entonces con un canto en los dientes). Le viene el borrador de la Agencia Tributaria especificando que tiene que devolver antes de julio 800 napos. Evidentemente, aplicando la justicia absoluta, no es de recibo, pero aplicando cualquier otra, tampoco. En los últimos años, uno ha cometido el error de pseudo-confiar en el borrador que le venía y confirmarlo, aún viendo que cada vez te devolvían menos pasta de la robada durante el año, hasta que llega el año en que además tienes que pagar un pastón formidable. Mal hecho.

En tiempos de crisis hay que desconfiar de todo, y más del estado y de los organismos que manejan viruta. Decidimos que nos llevaba oliendo el asunto muy mal desde hace años y sospechábamos que se quedaban con nosotros (que somos honrados trabajadores y 100 euros supone una gran pérdida… da igual, al carajo… a ellos eso les importa un pepino alemán), por lo que decidimos ponerlo en manos de un gestor de confianza (quizás el único economista ético que conozco). Encontró múltiples errores, todos a favor de ellos, invisibles a un ojo profano, pero evidentes para un profesional. Corrigió el borrador y resulta que ahora el dinero a devolver es CERO (o sea, un circulito, vamos, como una cicunferencia pelá y mondá, ya sabéis, el número ese que inventaron los árabes, que significa nasti de plasti, ausencia, nanai…).



Vaya pandilla de mangantes. Las sospechas se confirmaron. Sé que otros muchos han hecho lo mismo (nosotros nos basamos en ellos) y les ha pasado igual; que les querían robar en toda la jeta, oiga. A recaudar así por las buenas, cagándose en la buena fe de los que se fían y confirman dándole inocentemente a la tecla de la web de la Agencia Tributaria, pensando que Hacienda somos todos (se refieren a todos los pringaos que no son ellos, a los que exprimen para sanear las cuentas del estado engañando). Y ahora toma tú represalias… mejor te comes un mojón y sales ganando. Realmente hay clases: las que quedan impunes y las que no. Ladrones, pecadores. Evidentemente, antes pasará el camello por el ojo de la aguja. Alegarán que se han equivocado (millones de veces y en beneficio propio) y te pedirán la otra mejilla. A estos pecadores: ni agua, hermanos. El primer moroso es siempre la Administración.

Sí. El anuncio de la tele os quedó muy bien, los paisajes de acantilado gallego, impresionante. La chavala con su carpetita saliendo de hacienda feliz de haber desembolsado, y pensando en el bien social que hará su dinero para comprar pisos a gitanos subvencionados, muy mona. El dinamismo del montaje del spot, un poco trillado (cambiadlo el año que viene por algo más dinámico, que la gente se os aburre y cambia a Telecinco). Quillo, que sí: que Hacienda somos todos, lo que ustedes digáis.

Pero el dinero de vuestra victima ochocientoeurista, este año, no os lo lleváis por la gloria de madre.
¡Ladrones!


Podéis ir en paz.

jueves, 9 de junio de 2011

LOS "ESPIRITUISTAS"

Hermanos, hermanas...


Existen los intelectuales de verdad (los que leen de todo, analizan los puntos de vista divergentes, y se esfuerzan por ser objetivos), y los de chichinabo (los que se han leído unos párrafos de 2 ó 3 libros que van todos de lo mismo, creen lo que quieren creer, y no varían las ideas preconcebidas). En este segundo grupo hay multitud de colectivos, pero hoy el sermón versará sobre los necios fanáticos de lo sobrenatural.


Estos insignes entendidos, de entre los que muchos dicen palabras como "espirituismo" o "posterguei", se piensan a la altura de cualquier catedrático de física cuántica o emérito profesor de arameo y otras lenguas muertas, y no dudan en echar a pelear sus conocimientos con los de quién sea menester. Desconocen el principio de la Navaja de Occam, por el cual, teniendo varias explicaciones de un mismo acontecimiento conviene escoger la hipótesis más sencilla. Ellos eligen del tirón las explicaciones más increíbles e inverosímiles, así, de primeras; con un par. Este fenómeno tan humano pero tan imbécil, es debido a muchas causas, entre ellas: la tendencia al pensamiento mágico (que nos libra del esfuerzo de entender las relaciones causa-efecto), el aburrimiento de la vida (que nos hace anhelar una más variada y aventurera), o el vaguerío que nos da estudiar psicología, física o matemáticas con esas fórmulas tan trabajosas, máxime si puedo echar la culpa de una aparición a que cerca hubo un cementerio indio o a que una suicida impregnó aquel sitio con sus sesos y con una mala hostia del copón en el momento de espicharla.


El ser humano necesita creer en algo más allá de todo esto, hasta ahí de acuerdo (está claro que el miedo a la nada hace que el hombre invente lo que haga falta). Pero para ello escoge las formas más horteras posibles, ya sea a nivel de religión, superchería o esoterismo. Son unos pecadores, por supuesto, y unos crédulos patéticos. Siempre tienen un hermano que escuchó la versión indirecta de un cuñado, que conoce a un amigo, que vió un ovni bailando la macarena en la carretera de Utrera. Hasta llegar al final de la cadena, vayan ustedes a saber, hermanos, cuántos zumbados de vida ociosa habían metiendo mitología de gratis. No se les puede decir que aquel ovni pudo ser la proyección de los focos de un estadio en una nube, ni que cuando se le apareció Papá Pitufo aquella noche, o era por una parálisis del sueño o por meterse más bellota de la cuenta. Eso de explicar las cosas no mola, le quita la vidilla a los asuntos, no lo puedes decir.


A veces es muy fácil encontrar la respuesta a los fantasmas y las cosas paranormales en la sugestión , la incultura o la exhibición, pero estos pecadores, adoradores de becerros de oro, siempre tienen alguna frase idiota que escupir: "¿Ah sí, y cómo explicas que la niña empezara a hablar en griego y se le pusieran los ojos en blanco?". En esos momentos es cuando sabes que no hay nada que hacer, que con necios no se puede hablar, porque para comunicarte con alguien es preciso que la capacidad de razonar o hipotetizar sea, por lo menos, normalita. También usan mucho esa frase que escucharon por ahí pero que no saben de qué coño va - porque no leen - de que sólo usamos el 10% del cerebro, como si tuviera algo que ver, o pudieramos lanzar rayos por la napia si nos concentráramos.




Pero si no ven forma de satisfacer sus historias espíritas, siempre podrán recurrir al comodín: la energía. Cuando se refieren a que una energía ha quedado impregnada, o que fulano le pasa la energía negativa a otro, o que la energía se condensa en el puto ectplasma de tu abuelo... ¿a qué clase de enegía se refieren? Eólica, térmica, nuclear, la cósmica energía oscura, o a vapor? Cuál.


Ah claro... que vosotros, los ouija-people, pasáis de la física (que es muy aburrida pudiendo estar en el bar de copas del polígono), y es siempre más rentable creer al pie de la letra que la sombra que vísteis aquel día en el cuarto no era una reflexión de la luz que pasaba invertida por la ventana, sino la condensación de la energía del puto abuelo redivivo, que viene a recriminarte desde el purgatorio para que acabes la ESO de una puñetera vez.



Podéis ir en paz.

sábado, 4 de junio de 2011

LOS MADEROS, LAS MULTAS, Y LA LEY DE MURPHY



Hermanos, hermanas...


Me encanta cuando, de regreso al coche, veo al menos una vez al año ese papel rosita que la policía te pone en el parabrisas para recaudar dineros que meter en las arcas municipales, y que irán directos al lucro personal del alcalde y su pandilla de esbirros. Si fuesen estas multas algo justo, me callaría, me la metería por donde me cupiera y me iría de allí con mi vergüenza torera, pero el caso es que de las 9 ó 10 multas que me habrán puesto en mi vida (nótese que he tenido que coger mucho el coche) sólo recuerdo una justa y merecida.


Lo peor de todo es cuando a este fenómeno viene a unírsele no sólo la ley "legislativa" ya de por sí farragosa y estúpida en la mayoría de los casos, sino también las paranormales, como la de Murphy. Y me refiero a aquellas veces en que llegas al coche y ningún vehículo aparcado en línea amarilla tiene la multa en el parabrisas, nada más que el tuyo; como si el poli hubiese echado a suerte a quién joder esta mañana y por supuesto te toca a tí, porque ni al del Mercedes ni al del Audi les va a tocar los cojones hoy, no vaya a ser que saquen a sus abogados pijorros y se arme burocracia gratis. Realmente si algo puede salir mal, saldrá mal. Caso concreto:


Viendo un hueco libre, entro con el coche. Me doy cuenta al entrar de que se trata de un paso de peatones borrado. Pongo la palanca de cambios en la R para salir mientras miro el retrovisor. En ese momento veo un coche de la bofia pasar detrás de mí, y los dos piesplanos miran el culo de mi coche pasando de largo con cara de felicidad. Termino de salir pensando que se habrán dado cuenta de que estaba saliendo por las traseras blancas. Busco un sitio permitido y me olvido del tema confiando en el sentido común de los comedonuts. Al mes recibo en mi casa una invitación para hacer un donativo de 100 euros al ayuntamiento.


Te sale más rentable pagar la multa con descuento - hasta aquí llegan las ventajas del capitalismo -, que perder días de trabajo en tener que recurrirla yendo a ventanillas, comisarías y hablando con correveidiles. Ya es suficientemente humillante tener que ir a un sitio a pagar la injusta sanción sabiendo que le estás pagando media letra del todoterreno a la hija del alcalde, o la campaña electoral con fotos a todo color en papel del bueno.


Por muchas vueltas que le doy, no se por qué cuando uno aparca en una calle de toda la vida, ese día te vienen los maderos y se llevan sólo tu coche, sólo el tuyo, los demás serán de amigos suyos porque allí siguen, delante y detrás del hueco. Pero lo que más me inquieta, es cómo carajo han hecho para meter la grúa ahí y sacar el del medio.


Si el alcalde tiene a bien usar mi dinero para invitar a la querida a las Canarias a mi costa y tirársela en los servicios del Loropark, por mí, que le aproveche... pero que se la folle a mi salud, por lo menos.



Podéis ir en paz.