... los que estáis asqueados de toda la Tontería que nos rodea, los que estáis hasta los cojones/ovarios de aguantar imbéciles e incompetentes, los que tenéis que reventar y no podéis porque vuestra castrante moral judeocristiana os lo prohibe, los que sufríais de pequeños las mofas de seres inferiores, los que esforzándoos no obtenéis recompensa, los que vivís en un mundo que no es para vosotros, los que sabéis parte de la verdad pero os toman por locos, los que necesitáis opinar sin ser juzgados por ignorantes, los que pudiendo cambiar las cosas aún dormimos.
Un misántropo, que paradójicamente, se parte los cuernos en su vida corriente ayudando a que este mundo sea mejor, pero que necesita como terapia descargar toda la rabia en este cubo de mierda para salir adelante, porque en la vida, por desgracia, muy escasos son los que saben escuchar.
@ElPredicador4
(Desde este mes, podrás seguir cada segundo los entuertos, despropósitos y contradioses de los que el reverendo informará a su paso por estas tierras de Dios).
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* Los hermanos podrán rajar de lo que quieran sin ser censurados.
* Los hermanos no censurarán ni rebatirán a otros hermanos.
* Para las soluciones dejaremos otros blogs, este es solo para la ira que queramos expresar aunque mañana pensemos más fríamente.
Me tomo unas vacaciones. Paro de rajar temporalmente. No se trata del típico cartel de local diciendo "Cerrado por vacaciones" cuando sabemos ciertamente que se trata de un cierre por crisis, como viene siendo lo normal en nuestros tiempos. Queridos... a más ver. Vayan con Dios.
Existen en las ciudades agrupaciones o barrios de gente, que por pudientes, por vivir de la renta, o por lo que sea quedan en reservas como las que inventaron los gringos para los amerindios del norte, o los humanos en general para los bichos de la sabana y de la taiga. Los barrios de pijos son un mundo de la piruleta a parte en el que además de la tontería, campa a sus anchas la mala hostia.
Mi urbanización es una pseudoreserva. Me explico: sus habitantes o vecinos son pijos aparentes, o lo que es lo mismo, cuasi-pijos practicantes. No llegan a poder ser pijos de verdad por los jurdeles, pero antes muertos que dejar de aparentarlo. Van por la calle con sus camisas con tirita de España, sus cinturones blancos, sus mangas arremangadas una sola vez, caracolillos, alopecia galopante, frente brillante, castellanos sin calcetines a lo Julito Iglesias, y cuando pretenden ser informales se dejan la camisa por fuera y se ponen unos pantalones igualitos a unos calzoncillos rosa. También cuidan su actitud: no se relacionan con nadie que no tenga hijos, maleducan y sobreprotegen a sus infantes porque los creen especiales (muy posiblemente porque inmortalizarán su apellido de mierda), y se agregan en grupos frente al bar del parque (todos con el codo en 90 grados) tonteando con los maridos y mujeres de los demás. De ahí, que no puedan pasar por la puerta luego, con los 3 ó 4 kilos de más que llevan encima, en grasa y en cuernos.
En fin, patetismo hecho carne, con aires de grandeza y gilipollez suma. Pero en mi urbanización no hay Vips, ni policías patrullando todo el rato velando por la seguridad, ni clubes del Opus. Vamos que no son pijos en realidad por mucho que le recen a San Judas Tadeo.
Si te mueves unos kilómetros encuentras un barrio de renombre, pijo de verdad (podríamos decir: el de Salamanca en Madrid, Los Remedios en Sevilla, Paseo de Gracia o Pedralbes en Barcelona). Resulta curioso el análisis de estos especímenes, no sólo ya en los aspectos antiestéticos antes descritos, sino más bien en su sociología. Llama la atención al hablar con ellos ese nulo desconocimiento de la realidad. Sencillamente no tienen ni puta idea de lo que es la vida. La generación actual una pandilla de inútiles con flequillo a lo Bieber que no han doblado el espinazo desde que los parió la primera mujer de su padre (son neonazis generalmente). La segunda generación son sus padres, que heredaron por toda la cara los negocios que Franco les protegió a sus progenitores (son fachas directamente). La tercera generación son los que ganaron la guerra (entre los que he encontrado gente de todas clases, no voy a negar que algunos de ellos educados y cordiales, aunque la mayoría producto típico del caciquismo andaluz preñador de criadas y amañador de elecciones. Joder, es que no se salva ni Dios.
En su mayor porcentaje pertenecen a una rama concreta del cristianismo que supone una vergüenza para este esquema de valores. Se trata del católico fundamentalista practicante de ritos vacíos y no practicante de valores esenciales, por lo que concilia perfectamente la explotación capitalista de la que se beneficia, con las ideas de Cristo, simplemente optando por la primera, y acallando su culpa aportando su agresividad empresarial e inhumana al servicio de cualquier cofradía como hermano mayor. Sirva como ejemplo la infinita caridad demostrada por colegios del “horus dei” o de “los mercenarios de Risto”, en los que te miran la nómina antes de aceptarte, y si tu hijo es discapacitado ya ni te presentes. Por algo la mayoría de ellos están empastillados con Seroxat y van a miles a sus psiquiatras del círculo a tratar sus represiones para seguir reprimiéndolas.
Los pijos jóvenes no se diferencian mucho de los adultos. Cuando se es joven se sale en pandilla a matar gatos. En la adolescencia a dar palizas a negros (muy de moda en los noventa), ahora sustituido por hacer la carrera de derecho y dirección de empresa para más tarde… en la adultez, dirigir equipos de fútbol, bancos, empresas explotadoras, y defender a sus juventudes hitlerianas de pacotilla, además de lucrarse y maricón el último. La mayor patología psicológica que sufren estos individuos es la psicopatía o trastorno antisocial de la personalidad. Es decir, que la mayoría (salvando a cuatro monos buena gente, como en cualquier familia) son unos hijos de puta sin empatía y con derechos que creen venidos por la Gracia de Dios, Nuestro Señor.
Otra cuestión es el por qué todos vienen a tener los mismos rasgos faciales de retrasado mental empanado con aires de superioridad. Muy fácil. Se debe a dos factores principalmente combinados entre sí: la supervivencia de esos rasgos por la endogamia entre familias noble-burguesas desde tiempos inmemoriales, y la vida ociosa en la que saben que nunca jamás tendrán que sacarse las papas del fuego. Para ti puede ser un problema el pagar la hipoteca o el alquiler; pero ellos no tienen ese problema porque su papá les compró un chalet y un piso en el centro. Su mayor problema es decidir de qué color les van a pintar la pared lisa de su vestidor.
Por su costumbre a mirar por encima del hombro, yo les condeno a la tortícolis eterna, a no llegar a fin de mes, unos latigazos de regalo, y a llevar una papa caliente en la boca para que hablen así con razón, y no por mamahostia.