Sed bienvenidos...

... los que estáis asqueados de toda la Tontería que nos rodea, los que estáis hasta los cojones/ovarios de aguantar imbéciles e incompetentes, los que tenéis que reventar y no podéis porque vuestra castrante moral judeocristiana os lo prohibe, los que sufríais de pequeños las mofas de seres inferiores, los que esforzándoos no obtenéis recompensa, los que vivís en un mundo que no es para vosotros, los que sabéis parte de la verdad pero os toman por locos, los que necesitáis opinar sin ser juzgados por ignorantes, los que pudiendo cambiar las cosas aún dormimos.

domingo, 3 de octubre de 2010

EL INFANTE SOBREDIMENSIONADO

Hermanos, hermanas...

Este sermón va sobre niños gordos. Los niños gordos actuales, que ya son legión. Pero no arremeteré contra la obesidad en sí, porque la trataremos hoy no como un pecado capital, sino como una de las manifestaciones más tangibles de la dejadez más infame.

No obstante, debo desvelarme ante ustedes, hermanos, y he de confesar una idea que me viene a la cabeza involuntariamente cada vez que veo a un onceañero obeso; un mentismo que me atormenta cada vez más frecuentemente al ser estos especímenes cada vez más numerosos. Se trata de una compulsión surrealista, fascista y a la vez desternillante: al ver al infante siento la necesidad de coger una manguera y rebolearlo por el suelo a base de cañetazos de agua fría, como hacen los antidisturbios, y ver cómo rueda mientras se arrepiente de sus pecados. Como veis es una idea por la que merezco la penitencia que ustedes consideren oportuna administrarme. Pero una vez confesada y yo absuelto, pasemos al tema que nos ocupa.

Hallábame en una tienda de chinos buscando entre la baratura, al lado de un gachó que con lentas y decibélicas palabras instaba al oriental a que le trajera una máquina “pa cé buhero” (máquina para hacer agujeros, dícese del taladro o trompo), ignorando que el chino dominaba el castellano mejor que él. En ese momento siento una gran fuerza que me desplaza decidida hacia la estantería de los tapergüer. Al mirar descubro que se trata de un mico de poca edad y volumen incalculable que ha pasado con una bolsa de chetos sin pedir perdón por sus atropellos a los parroquianos de la tienda.

Le sigue una madre cetácea que se balancea de lado a lado, respirando con dificultad, ojos medio cerrados, boca entreabierta y actitud pánfila. Queda demostrado al instante el traspaso genético, y mientras, observo algunas cosas en la conducta del muchacho: apenas habla, cuando quiere algo de la madre hace un amago de llorar y amenaza con un golpe, pasa de la amenaza a la risa bobalicona en 0,2 segundos, chilla, come chetos a manos llenas y se limpia en los artículos del chino. La madre, en babuchas, le mira y le dice con voz adormilada: “Va a haber que comprarte algo ¿no?”. Yo observo y no veo el momento, como os dije, de emigrar a Suecia.

Es muy frecuente que aparezcan asociados esa obesidad y esa aptitud tontuna. ¿Qué fue antes? ¿el huevo o la gallina? Fueron sencillamente a la vez, efecto de la misma causa: la dejadez suprema, tan premiada en el presente. Déjense la gente de gilipolleces extremas excusándose en el tiroides, en la constitución propia y chorradas por el estilo. Esos problemas son en realidad estadísticamente escasos. Todos se justifican en el tiroides, igual que la mala educación en la hiperactividad.

En este estudio de caso, la matriarca se ha dejado y ha preferido el confort de la telenovela y el bocata de barra entera con chorizo. Correr es de cobardes. El ejemplo es seguido por su engendro, que pide comida y caprichos sin mesura porque pa qué. Esa dejadez es también la causante de que el niño cuide con esmero de conservar e incluso adelgazar esa puntuación bordeline que reflejó su cociente intelectual la vez que la madre lo llevó al psicólogo porque el niño con 5 años aún no hablaba (luego se daría cuenta de que no habló porque no lo necesitaba, ya que la madre le daba todo nada más poner “el puchero”). La dejadez es la causa de esa decadencia física, y más preocupante caída intelectual, social y cívica.

El niño gordo se agencia un rotulador clandestinamente y hace un grafitti en la pared a escondidas del dependiente, antes de irse entre gritos e insultos a la ballena. Me acerco a la manifestación escrita y compruebo que el tonel andante, en un alarde de ignorancia supina del lenguaje, ha expresado: “QIERO FOYA”. Entiendo que ha querido dejar constancia de una elemental pulsión biológica ya conocida por las películas que guarda el padre junto a las revistas porno, y soy nuevamente testigo del aprovechamiento que del colegio hacen nuestros jóvenes.


Salgo a la calle y al contar 10 niños, compruebo que 7 están sobredimensionados y 6 son gilipollas. Son las vísperas del Apocalipsis. En la piscina veo en un rincón del césped una pandilla de 4 espatarrados sebosos con cadenitas de oro, de unos 12 años, sendos cigarros en mano y simulación pseudoadulta mientras miran a los demás desafiantes y pensándose sobraos y atractivos para las nenas. Las nenas juegan a imitar a Beyoncé y a Shakira moviendo un pandero más propio de la madre de Marco o de señoras de 60 años por el estilo, y creyéndose diosas sexuales irresistibles al contoneo de los michelines rebosantes, sin complejos de haberse calzado un bikini para Megan Fox (ala, fuera complejos). El rebosado ya no me molesta - me vuelvo insensible a la estética -, pero resulta intolerable ver cómo se han provocado ellos mismos un grave retraso mental, y cómo faltan al respeto al respetable con desfachatez inaudita.

Es lógica entonces aquella idea inconsciente y subrrealista de antes. Veo a los infantes dejados, que me llevan, encima, una camiseta de equipación de fútbol en un acto de hipocresía sin igual, como si se ejercitaran físicamente emulando a sus héroes del campo de juego pero eso sí, sin seguir el ejemplo (nada más que verlos en la tv), porque a estos los veréis más desplazándose en moto y jugando a la Wii, que corriendo y comiendo lechuga. Y a las niñas no les digas que no son Beyoncé, que te cogen un trauma, que eso es muy normal tanto entre el sebo como entre las delgadas compulsivas. (En el video ilustrativo: consecuencias nefastas y gravitatorias; ¡stop it, it hurts!)



La penitencia contra la dejadez imperante a estos miembros de la juventud es: ¡PICO Y PALA! Un pico y una pala y cavar a mansalva, a hacer vías y autopistas. Que sirvan para algo de una vez. El consejo para los hermanos: a los niños… alimentación equilibrada, lectura, conversación, juegos al aire libre, límites en el comportamiento, y sobre todo, fomentar el amor propio.

A los comentarios propios de programa de tarde de “Yo me gusto como soy” y “soy más feliz y simpático que los esmirriaos”, yo les digo: ¡Y una mierda! a nadie le gusta estar gordo, prueba de ello son las dietas estrambóticas fracasadas. Te puede más la cultura de la telera de medio kilo con mortadela que la estética y la salud propia; cultura traspasada no biológicamente como gustaría a muchos para quedar justificados, sino heredada de forma ambiental y negligente. Qué forma de dejarse, hermanos.

Podéis ir en paz.

4 comentarios:

  1. Otra vez más somos el reflejo de nuestros excesos.
    En nuestro país existe por parte de nuestros abuelos una tendencia a sobredimensionar a los nietos quizás por su época de vacas flacas en el período de posguerra. Quitarles de la cabeza que un niño gordo es un niño sano es difícil. Después, con el crecimiento económico de nuestro país y su entrada en el ranking europeo los excesos llegaron a nuestros padres, que con cincuenta y sesenta años portan lo que denomino un “cuerpo palomo”, esto es unas piernas finas pero abdomen sobresaliente.
    Nuestra generación debe salir airosa de tanta desinformación al respecto y prevenir en salud.
    Otro asunto es el de países desarrollados (me río de eso de desarrollo) desde hace más de un siglo como USA. Ellos sí que son el reflejo de lo que exportan, siendo sus ciudadanos los primeros a los que les llega la mierda al cuello.
    La obesidad es una enfermedad que encarece los costes sociales y que alguna que otra vez viene acompañada de un poso fuerte de mala educación e ignorancia. Sinceramente, creo que se debería administrar con menos permisividad como la de costumbre.
    Que nadie nos engañe. A ninguna persona le gusta estar gorda.

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  2. Jojo... realmente es muy gracioso cuando los abuelos les dicen a algun/a amigo/a que traes a casa, con toda la buena intención de piropear y quedar bien, aquello de: "anda mira, qué gordo está, qué hermoso". Y el otro sonríe con aceptación, resignación y cara de maldita sea mi estampa.
    Los abuelos son lo mejor.

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  3. Y yo me pregunto, ¿por qué no se ha prohibido desde el gobierno el anuncio para madres denunciables? No sé si lo han visto, sale una madre, explicando que su niño come muy mal, y que como le da tanta pena que no coma, a veces le da cosas inapropiadas (imagen de donut, bollicao o similar). Hete aquí que la industria farmacéutica (otro temazo de conversación) ha creado un invento que justifica y refuerza su ineptitud y dejadez, un super complejo vitamínico y nutricional que librará a la madre de preocupaciones para que pueda hacer lo que quiera que hace una madre menos educar al niño, desde luego. A ver, tengo entendido que los niños, por eso de no morirse, comen. Otra cosa es que cedas a su chantaje terrorista y decidas darle el donut o hacerle macarrones en vez de invertir horas en que se coma las acelgas, porque ver el salvamedelux es mucho mejor. Además, cuando te quedaste embarazada no te contaron que los niños necesitan tiempo. Todo tu tiempo, la mitad del de tus familiares y probablemente tengas que contratar una caguro porque todavia no llegues al cupo.
    Resumiendo, que empiezo a divagar, me entran ganas de reventar escaparates de farmacia llenos de publicidad de este producto milagro que da otro motivo más para la indisciplina, la laxitud y niños con hábitos alimenticios lamentables que tienen todas las papeletas para acabar obesos. He de reconocer que yo siempre he comido estupendamente, pero mi hermana carnal era una niña "de mal comer" y veía el mismo plato de lentejas para comer, cenar, desayunar y así hasta que no era apto para el consumo y mi madre se lo tiraba por encima de la cabeza. Mi madre, esa señora que tenía que sufrir lo suyo pensando en su niña en el cole sin haber ingerido nada en 24 horas, pero con la mente clara y centrada en educarnos. Hoy, mi hermana come de todo y tiene un tipín estupendo. Voto por el carné para padres, está claro que no todo el mundo está preparado. Y por que quiten de la tele ese jodido anuncio.

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  4. Excelente discurso. Magníficas me parecen todas las razones que dar se puedan, contra esta cultura de no te cortes ni escatimes que eso no está de moda y además tú tienes derechos etcétera...
    En definitiva, una combinación autodestructiva entre el consumo irresponsable de la persona vacía y la comodidad del flojo más ilustre.

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