Hermanos, hermanas…
Ya sabemos que los padres de hoy en día, en una mayoría
aplastante, son gilipollas. Han perdido el sentido común, o gracias a la
educación deficiente, nunca lo tuvieron. Por lo que toca analizar qué carajo
estaban haciendo mientras las personas de bien estábamos siendo educados por
nuestros padres de buena forma. ¿Es un producto de la mal asimilada Transición
Democrática, en la que los padres de los padres actuales se relajaron porque
venían tiempos de conducta libérrima, dándose al despiporre y a la alegría del
destape? ¿Se trata más bien de los consejos dados por la caterva de pedagogos
inspirados en el Mayo´68 que inventaron aquello de que decir NO es crear un
trauma, mientras fumaban canutos en la escalera de la facultad? ¿O más bien una
estupidez generacional adobada con medios de comunicación en los que se ve a
Paquirrín y la exmujer tuiteando una foto en Cancún descansando de haber parido
a la criatura (que ahora está apalancada con los abuelos) como si la paternidad
fuese un trabajo obligado. Ser padre/madre debería estar sometido a pruebas de
aptitud y capacidad y con ellas determinar un proceso de eugenesia positiva, y
no se trata de una idea fascista para mejorar la especie, sino para no
empeorarla más de lo que está.
Entiéndase que el tema será multicausal, y que el gilipollas
común, al ser corregido, lejos de mejorar, se lo toma como un reto. Señora,
entérese que a su hijo no le suspenden, sino que suspende él solito por puto
flojo (lo mismo ya hay un eufemismo para que estos tontos del culo no se
sientan ofendidos, como “Disfunción motivacional sobre la capacidad volitiva o
Flojexia). Los colegios se llenan de madres que amenazan a los profesores
porque su hijo tiene que aprobar porque es buena gente (buena gente es que no ha
matado).
Señora, su hijo no es hiperactivo, es un puto maleducado. Maleducado
por usted. Su hijo no tiene dificultades en el aprendizaje, ni tiene trastorno
alguno; su hijo es simplemente imbécil, igualito que usted. Su hijo no es un
santo, tampoco lo es en su casa, pero usted no lo sabe porque o le deja hacer,
o se lo apalanca a los abuelos, o niega la mayor después de que su niño le ha
dado a usted dos guantazos y le ha llamado puta. Su hijo en el colegio dice
cosas como “cómeme la polla” y la culpa no es del profesor, es de usted. ¿O no
se ha fijado que en esas películas y programas que le deja ver, la gente se
insulta y se querella, y se cortan la cabeza y salpican sangre, y follan a lo
bestia, y toda la pesca…? ¿No se ha dado cuenta que la tendencia que usted
tiene a denunciar a todo bicho viviente que miremal al niño le viene de ver
esos debates de chonis y mariconas?
Su hijo no trabaja porque es un flojo. Usted no le ha urgido
en que el colegio es importante porque no sirve sólo para jugar o para aprobar (si
quiere), sino para poder vivir después sin sangrar a la familia como hace
cuando le regaláis la moto por suspender hasta el recreo.
Cuando la policía le lleva a su casa a su hijo más tajao que
un ruso bañado en vodka, ¿por qué se enfada usted con la policía? Cuando su
hijo se escoña la cabeza por hacer malabarismos con el coche y en urgencias le
salvan su cochina vida de mierda ¿por qué se enfada usted con los médicos y
enfermeros? Debería ser más coherente y enfadarse usted consigo misma por ser
una puta mierda de madre, permisiva y sobreprotectora que ha fabricado un
tontolhaba con denominación de origen.
Su hijo, cuando le dice que los cigarrillos se los estaba
guardando a su amigo y usted se lo cree, es que usted tiene un cociente
intelectual por debajo del de su hijo, que ya es bajo de por sí, fijo. Cuando se
pone a buscar un culpable al que increpar por la influencia nociva que ejercen
hacia el niño, con vicios y malos comportamientos, mírese al espejo y ahorre
tiempo. Deje de quejarse de que su hijo no lee; ¿usted lee? Pues cállese.
No se trata de que los vecinos, los profesores o los demás
niños no sepan tratar a su hijo (como usted dice), y que les falte psicología
para con él, es que ustedes en su casa le han hecho tan especial y tan tontito
que ahora no se sabe relacionar con nadie, es inseguro, dependiente y meapilas,
o agresivo y tirano, pero de bueno nada. No es el mundo quien se tiene que
adaptar a su puñetero niño, sino su puñetero niño al mundo. Si no, cuando usted
falte, o se lo comerán vivo, o será un depresivo-ansiógeno-cabrón, o habrá aprendido
a exprimir a otros a base de dar penita o de someterlos por la fuerza.
¿Qué pasa? ¿Que su hijo fue muy querido y deseado? ¿Que debe
ser especial porque su madre lucha por serlo ella, fracasando en el intento? Su
hijo es un niño como cualquier otro; come, caga, mea, duerme e intenta sacar
provecho de todo como cualquier bicho, como usted misma. Así que póngale ya los
jodidos límites antes de que la raza humana llegue a niveles de subnormalidad
apocalípticos.
La culpa es suya, querida. Acéptelo. Y jódase.
Podéis ir en paz.