Espero en la cola de seis personas delante de la tienda de churros del centro del pueblo. La cola está en la calle porque en la tienda sólo cabe el mostrador. Aguanto estoicamente un frío infame. Una señora se acopla con el padre y el hijo que tengo delante y le dice al niño “hombre, Paco, qué madrugador…” Miro el reloj: las 10:06. Cavilo sobre si la frase ha sido irónica o idiota. Me inclino, como siempre por lo segundo. Asunto resuelto y paso al siguiente misterio del día, que resumo a continuación.
Me hago cargo de que otros gentileshombres en mi lugar han sufrido el siguiente fenómeno que siempre suele atacar a las personas, nunca a los botarates. La fila es de longitud moderada pero de lentitud extrema (que se traduce en media hora de espera). Para pedir churros, la velocidad está siendo de cinco minutos por cliente. No logro desentrañar el reparto de tiempo en los pasos de la gestión, pero me rindo como hago con muchas cosas de esta vida cotidiana, por incomprensibles, y acepto. Lo extraño del fenómeno es que tras los seis clientes pisando huevos en la petición, el avance bobalicón, las decisiones a pie de mostrador, la llamada del tipo a la parienta para ver qué clase de churro se pretende desayunar, y chorradas varias, me llega el turno a mí… y mi gestión dura 30 segundos.
¿Esto a qué es debido? ¿Por qué esta mierda me pasa siempre? En cada tienda, taquilla burocrática, puesto de pipas o tenderete cutrón. Si la gestión simple o compleja dura un tiempo X, que es el que seguramente un servidor gasta en completarla, ¿porque la mayoría de simios civiles consume el que le salga de la punta del prepucio multiplicado por la constante de Plank, y a poder ser aumentado a propósito?
Me cago en todo… ¿a qué estamos jugando? Porque yo no me he enterado y estaré haciendo el tonto, como siempre. Así que como en toda actividad paranormal, se hace imprescindible parir al menos una hipótesis plausible, que aunque absurda, te ayude a sobrellevarlo y vivir en paz. Está claro que el dejar la decisión para cuando se llega al mostrador, cogerle el sitio al cuñado y a los ocho primos que no querían levantarse temprano, o disertar con el tendero sosegadamente sobre la táctica de balompié empleada por el Betis la noche previa en vez de dejar paso al siguiente, no son más que acciones gilipollescas típicas de la tierra… ¿pero cual es la causa, y la ley que rige este fenómeno?
La causa es sencilla: la imbecilidad común, asociada a un desinterés total por el tiempo ajeno, los delirios de grandeza que le aseguran que el tiempo y el recurso en cuestión le pertenecen en su totalidad, y todo unido a una caraja extrema intrínseca a nuestro tiempo y geografía.
La ley natural o artificial… pongamos que:
“el tiempo invertido en la gestión con objeto de provocar la espera en los sujetos circundantes resultada inversamente proporcional a los niveles de empatía, cultura, educación y cociente intelectual, y directamente proporcional al infantilismo mostrado y la educación folclórica recibida de la familia y medio de pertenencia, siendo la fórmula explicativa, la siguiente.
Me hago cargo de que otros gentileshombres en mi lugar han sufrido el siguiente fenómeno que siempre suele atacar a las personas, nunca a los botarates. La fila es de longitud moderada pero de lentitud extrema (que se traduce en media hora de espera). Para pedir churros, la velocidad está siendo de cinco minutos por cliente. No logro desentrañar el reparto de tiempo en los pasos de la gestión, pero me rindo como hago con muchas cosas de esta vida cotidiana, por incomprensibles, y acepto. Lo extraño del fenómeno es que tras los seis clientes pisando huevos en la petición, el avance bobalicón, las decisiones a pie de mostrador, la llamada del tipo a la parienta para ver qué clase de churro se pretende desayunar, y chorradas varias, me llega el turno a mí… y mi gestión dura 30 segundos.
¿Esto a qué es debido? ¿Por qué esta mierda me pasa siempre? En cada tienda, taquilla burocrática, puesto de pipas o tenderete cutrón. Si la gestión simple o compleja dura un tiempo X, que es el que seguramente un servidor gasta en completarla, ¿porque la mayoría de simios civiles consume el que le salga de la punta del prepucio multiplicado por la constante de Plank, y a poder ser aumentado a propósito?
Me cago en todo… ¿a qué estamos jugando? Porque yo no me he enterado y estaré haciendo el tonto, como siempre. Así que como en toda actividad paranormal, se hace imprescindible parir al menos una hipótesis plausible, que aunque absurda, te ayude a sobrellevarlo y vivir en paz. Está claro que el dejar la decisión para cuando se llega al mostrador, cogerle el sitio al cuñado y a los ocho primos que no querían levantarse temprano, o disertar con el tendero sosegadamente sobre la táctica de balompié empleada por el Betis la noche previa en vez de dejar paso al siguiente, no son más que acciones gilipollescas típicas de la tierra… ¿pero cual es la causa, y la ley que rige este fenómeno?
La causa es sencilla: la imbecilidad común, asociada a un desinterés total por el tiempo ajeno, los delirios de grandeza que le aseguran que el tiempo y el recurso en cuestión le pertenecen en su totalidad, y todo unido a una caraja extrema intrínseca a nuestro tiempo y geografía.
La ley natural o artificial… pongamos que:
“el tiempo invertido en la gestión con objeto de provocar la espera en los sujetos circundantes resultada inversamente proporcional a los niveles de empatía, cultura, educación y cociente intelectual, y directamente proporcional al infantilismo mostrado y la educación folclórica recibida de la familia y medio de pertenencia, siendo la fórmula explicativa, la siguiente.
Demora gestora = [(TVhs x 1/EM) / PC(emp) + CI ] x (K)
Donde:
EM = Edad Mental
EM = Edad Mental
TVhs = Horas de televisión al año
CI = Cociente Intelectual
PC (emp) = Percentil de empatía (de 1 a 100)
K (Constante) que se comporta según latitud geográfica, siendo a continuación especificada para las siguientes zonas:
CI = Cociente Intelectual
PC (emp) = Percentil de empatía (de 1 a 100)
K (Constante) que se comporta según latitud geográfica, siendo a continuación especificada para las siguientes zonas:
Escandinavia: 0,1
Mediterraneo europeo (Andalucía, Grecia, Sicilia...): 0,6
Latitudes más sureñas (Marruecos, Cuba, Kenia...): 0,9"
Ahí queda. Muchas de las variables pueden ser mejoradas por el sujeto - incluso la constante K -, así que a quien quiera escuchar: cuando compren el pan, recuerden que hay gente detrás, que tiene el tiempo de la vida contado, y familia que atender.
Podéis ir en paz.
Por no hablar de las señoras que quieren vaciar el monedero en la caja del super...
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