Sed bienvenidos...

... los que estáis asqueados de toda la Tontería que nos rodea, los que estáis hasta los cojones/ovarios de aguantar imbéciles e incompetentes, los que tenéis que reventar y no podéis porque vuestra castrante moral judeocristiana os lo prohibe, los que sufríais de pequeños las mofas de seres inferiores, los que esforzándoos no obtenéis recompensa, los que vivís en un mundo que no es para vosotros, los que sabéis parte de la verdad pero os toman por locos, los que necesitáis opinar sin ser juzgados por ignorantes, los que pudiendo cambiar las cosas aún dormimos.

sábado, 30 de octubre de 2010

JALOGÜÍN

Hermanos, hermanas...

El sincretismo religioso o mezcla rabiosa de conceptos y cosmologías siempre ha sido causa de muchas confusiones entre los “enteraos” y de guerras medievales y no tan medievales. Los que ignoran la historia aún seguirán abofeteándose con el guante por cuestiones de esta fiesta es yanki o qué ha sido del Tenorio. Para los que sepan del pasado multicultural de estas fechas va esta pequeña y trillada reflexión.

Ya sabemos que la tradición anglo y latina al respecto son lo mismo, por lo menos en estos tiempos. Ya lo dice la propia contracción: All hallow´s eve, es decir, “víspera de todos los santos” es una tradición de ida y vuelta, como los cantes de Cádiz. Lógicamente la tradición e idiosincrasia de cada pueblo ha hecho que las cosas se manifiesten de una forma o de otra, y que uniéndose en algún momento de los siglos se hayan mezclado, como toca en un mundo como este, chachipiruli-globalizado, y haya salido un producto raro y a veces incómodo de conciliar.

Véase: Catolicismo + Yoruba = Santerismo. Cristianismo + Paganismo Romano = Catolicismo…

El producto puede ser extraño. Don Juan y la Jack´o´Lantern no casan bien. La Conferencia Episcopal pide que los niños no vayan vestidos de fantasmas sino de Santos, demostrando cuán alejada está de la realidad del niño que le mete una somanta de palos a la madre por vestirlo de San Pancracio, o las collejas que recibirá él si se deja vestir de santo varón (que no se yo que es más tétrico, porque un disfraz de San Juan Bautista con la cabeza cortada bajo el brazo sería un disfraz de la hostia para Jalogüín). Y el trucotrato con el que te soborna el niñato del vecino, caracterizado con el original disfraz de zombi no tiene que ver con esa ínclita tradición de joderte la fachada con 3 docenas de huevos. Válgame… aquí todo kiski actúa como si las calabazas anglosajonas hubiesen vivido con nosotros de toda la vida.

Lo que sí es, es un producto comercial como que el anterior post iba de gafapastas. Más aún que ese San Valentín metido con calzador, en el que cualquiera que no regale nada a la novia es un truán y un hijo de la gran puta insensible, además de enfermo social y hereje. A mí los santos y el jalogüín me parecen de puta madre, pero estoy realmente cansado de esa insistencia de los medios en hacerme entender por narices que necesito vestir a los niños de druida gore, que necesito comprar un quintal de caramelos para repartirlos, que necesito decorar el balcón de mi casa, que necesito ir al cine a ver una de las de turno de terror adolestonto, que necesito celebrarlo con cena especial y cara (que para eso importemos el Día de Acción de Gracias y nos comemos un pavo en Noviembre y otro en Navidad), que necesito y que necesito y que necesito…

Yo no necesito una mierda. No estoy tan vacío como para necesitar continuamente, gracias a Dios y a la Virgen del Carmen. El problema no es Jalogüín. El problema es que como es costumbre importamos género sin querer saber de qué va el tinglao, sólo porque mola; y como pasa con la Navidad, gastamos a tutiplén, encantados de ser exprimidos sin tener idea ni querer saber qué cojones celebramos.

Para que se vea que sí tiene relación una cosa con la otra, mientras que escribo y oigo las chuminadas vociferantes del vecino que ha convocado en una barbacoa a una pandilla de amigotes disfrazados de tocapelotas para celebrar algo de lo que no tienen ni idea, evoco los versos primeros del Tenorio de Zorrilla:

"Cuán gritan esos malditos.
Pero mal rayo me parta
si en concluyendo esta carta
no pagan caro sus gritos".

Podéis ir en paz.

jueves, 28 de octubre de 2010

GAFAPASTAS

Hermanos, hermanas...

Lo prometido es deuda. Hoy es un gran día para hacer una crítica y una confesión al mismo tiempo. Primero la una y luego la otra. No quiero invertir mucho tiempo en la descripción de este subgénero de freaky adulto, porque supongo que el menos versado en el asunto se hará una idea. Gafapastas los hay con y sin gafas; es más bien una aptitud, como el pijo. Desde tiempos ancestrales ha habitado entre nosotros el “snob” o fantasma, tan abundante en las películas de Allen como en la vida misma.

Pero qué tentación hermanos… citar a Kiarostami o a Won Kar Wai en lugar de cualquier otro de la parrilla comercial y populachera. Te hace parecer una persona cultivada, con inquietudes, más elevada que tu interlocutor (que tendrá como mucho la ESO). Porque hermanos, el snob gafapastero piensa que mientras él leía a Chejov y se fumaba las películas de Winterbotton, los demás nos rascábamos el escroto y perpetrábamos botellones. Pero la pena de todo esto es la automentira: de Kiarostami vio una película y un tráiler, y de Kar Wai te cita un par de frases de Isabel Coixet que se leyó en un blog de cine y ya parece que no le puede toser ni Dios.

Se saben al dedillo el viejo truco de cuando te preguntan por un grupo de música que no has escuchado nada pero tienes que hacer ver que sí a como de lugar. Basta con decir “psss, es una mierda, me gustaban más los primeros discos”. Tú le dices eso a uno que te toca las pelotas y el tío se calla para toda la vida (acabas de dejar claro que sí lo conoces, que te sabes su trayectoria, que evalúas con conocimiento de causa, de paso mientes como un bellaco, sientas cátedra, y dime algo más que te disparo un par de grupos del panorama underground que te hundo aquí mismo de vergüenza pa los restos).

Estos pecadores, que se revuelcan en la cochambre de la soberbia y la envidia, no dejan de ser unas fashion victims como otras cualquiera. Sólo que sus directrices onanistas están encaminadas, más concretamente, a renegar de todo lo que corra un riesgo de ponerse en boga, porque lo realmente cool es marcar tendencias y ser el primero en conocer al último director novel que ha hecho un corto que prometa, aunque este sea una mierda supina y megalítica, porque para eso ya lo justificas con que “es conceptual”. Y si no, que el director se haga un performance y listo… a la gloria directa.

Sin ir más lejos, el otro día veo un performance de una tía que lo estaba petando en el underground de internet, en el que abre una lata de conservas (hm, me suena), y se mea en ella. Los gafapastas allí concurridos, con cara de haber visto al Santísimo, empiezan con su labor hermenéutica hiperforzada a descifrar aquello como obra de arte anticonsumista en un mundo vacío y a la deriva, y a encumbrar a la pseudoartista al olimpo de la quintaesencia del arte, sintiéndose evangelizados por semejante mierda escatológica, y escupiendo en el neocapitalismo. No obstante, todos soñaban en aquel instante con bienvivir en Manhattan, asistir a pubs selectos y megacaros de artistillas efímeros, y tomarse un café solo en compañía de otros gafapastas en un local de la 5ª avenida mientras escuchan Russian Red (hasta que Russian Red se lo escuchen nombrar al vecino, y larguen las de San Pedro).

Ellos saben a ciencia cierta que son en realidad unos gilipollas de tomo y lomo. Prueba de ello es que podréis comprobar que un gafapasta no soporta escuchar las mismas pedanterías que diría él, en boca de otro gafapasta. Producto de ello son los continuos debates de besugo en los que se intenta rizar el rizo del frikismo cultureta, con consecuente y progresivo abandono del lugar de todos los que allí estaban. Simplemente ignórenlos; si les llevan la contraria, les retiraran la amistad, el respeto y le pondrán a parir a sus espaldas por iletrado y donnadie del vulgo. Que esa es otra, hermanos: investiguen los éxitos del gafapasta y verán que son en su mayoría unos fracasados mantenidos por sus progenitores (de ahí todo ese tiempo libre). Aunque existen sus excepciones, como el subtipo “lesbiana-catalana-artista-hippiepija con gafas y sin deficiencia ocular”.

A mí la masturbación cultural no me parece mal, es más, me pone. Lo que merece tormento y martirio es el desprecio que estos imitadores de miope procesan hacia todo ser humano que no sienta la necesidad de exponer su chorradas exclusivistas, dando por hecho que el prójimo es como poco retrasado mental; sin duda debe tratarse de algún trastorno de la personalidad encaminado a delirar con la idea de que uno es alternativo y marginal. ¿Alternativo a qué? Hay tanta gente en lo alternativo que muchas veces lo alternativo es comerse dos huevos con papas. ¿Y marginal? Todavía no he visto a ninguno de estos pichafloja en las Tres Mil Viviendas, o en las Barranquillas… eso si que es marginal; a cambiar el mundo ahí, con dos cojones, y a meterse esa visión pesimista pero tan cool por donde tengan a bien.

La infancia del snob debió ser dura, supongo. Esa falta de habilidades sociales y esa actitud evitativa debió enfrikarles demasiado en el cómic y el youtube durante largas noches. Entiendo, amigos frikis, el huir de la gente – porque para qué negarlo – la gente es casi toda un conjunto mundial de imbéciles… pero cobardes habéis sido como nadie, y eso os ha hecho analfabetos sociales, y pedantes de medalla de honor.

Mi confesión es la siguiente: yo soy un puto gafapasta cabrón. Aunque no tenga gafas. Me acuso de haber sido un snob, y de haber juzgado a la gente según su cultura (en cine, música y literatura; fíjate tú la cultura) cuando eran muchos de ellos superiores a mí en otros aspectos, y de haber sido a veces más Asperger que los de verdad. Pero mi mérito está en haberme dado cuenta de que la humildad te da paz, que hay valores como el afecto y la sencillez que otros tienen en más cantidad, y que reconocer todo esto te hace más feliz que ser un jodido pedante. Gracias, Señor, porque ahora soy un snob redimido por tu Gracia. La amplia cultura, que en muchos casos sólo te trae sufrimientos y consciencia, es algo muy bueno para uno mismo, para disfrutarla, para usarla, para hacerte libre… pero su sola exposición porque sí, es lo que decíamos antes, onanismo en público. La definición de gafapasta sería: pajillero cultureta compulsivo y vacío.

Penitencia: que sigan así, ellos mismos lo pagarán, creedme. Acabar asqueado de uno mismo es el futuro para estos pecadores. Consejo: humildad y sencillez, hermanos… humildad y sencillez.

Video Ilustrativo (Annie Hall):


El Señor esté con vosotros.

Podéis ir en paz.

jueves, 21 de octubre de 2010

EL CERDO Y EL AMIGO DEL CORONEL TAPIOCA

Hermanos, hermanas...

Entre los seres humanos están los que son observadores, curiosos y buscadores de respuestas, y por otro lado el subgrupo de los de me importa todo un carajo (nada más que copular y comer), siendo el primer grupo más escaso en proporción, y el segundo tan numeroso que podría decirse que define sin paliativos a la población mundial.
Al grupo elevado debemos todo lo que en la humanidad ha sido progreso y avance. Al segundo no le debemos nada (bueno si: bajunez, chabacanería y telebasura). Esta introducción es debida a que me gustaría hablarles de un acontecimiento del que fui testigo este fin de semana y que viene a ilustrar el caso.

Disfrutaba de una magnífica jornada en la sierra, en mitad de un campo que libremente pueden transitar los senderistas, y en el que personas y animales pueden cruzarse andando por ahí sin ningún problema. Conviviendo y esas cosas. De buen rollo. En la esquina de una esplanada verde, terminaba desapercibido de comerme el condumio, cuando veo aparecer por la izquierda a lo lejos, una pequeña familia de cerdos de granja que pastaban libres. Casualidades del destino, aparecen por la derecha del paisaje un par de familias de homo sapiens (o así se hacían llamar), de estos que han ido al Decatlón a equiparse con vestimenta de élite , porque ellos no son menos que nadie, para pasar el único día que han venido en sus vidas a la montaña y luego fardar de naturales. Así que lo vi claro: he aquí el experimento, la oportunidad, he aquí el encuentro interespecies. Y yo, como observador oculto, me quedé a comprobar lo que derivaba de aquel choque biológico y relacional, aún sabiendo ya en un 90% cual de las dos especies animales saldría del lance con mayor dignidad.

En el rincón de la izquierda, con 150 kilos de peso y en pelotas, un cerdo y su pobre familia destinada a lo que ya sabemos y ellos no. En la esquina de la derecha, con 90 kilos de peso y disfrazado del Coronel Tapioca y mochila Quechua, un tío con dos mujeres, un cuñado y 4 niños equipados con bastones de andar y gafas de sol la ostia de caras. A un asalto.

Miro, expectante…

Los niños reparan en los bichos gordos que pastan a lo suyo. Se suben a una piedra y se advierten de que más vale no asustarlos, no se vayan a poner farrucos por proteger a las crías y manden a todo Cristo al Purgatorio en un arrebato. Hasta ahí bien, parecen niños sensatos. De entre la jauría homínida salta destacado el padre en postura gorilácea, riendo y gritando, que se adelanta a los niños y empieza a perseguir a los cerdos. Los animales ante tamaño susto surrealista optan por las de Villadiego y corren acojonados por sus vidas. El humanoide no lo deja en un simple susto, y de entre el repertorio posible de opciones, escoge la más degradante para su propia especie: seguir y seguir corriendo tras la familia porcina (que no entiende nada y prefiere huir de un loco antes que preguntarle qué desea sacar de todo esto). En la foto: especímenes de Sus Scrofa Doméstica, los póbrecitos míos.

Al mirar la escena, mientras blasfemo en sumerio, no se si lo que veo es un hombre o al Hommer Simpson ese de las reposiciones de Antena 3. Lo que está claro es que sí es un Padre de Familia. Cuando se cansa, se detiene, respira y sigue la persecución infame, fascista y antizoóica, partiéndose de risa, por lo que los niños (que antes guardaron sabia prudencia) ahora se apuntan a la caza del jamón. Juro que así pasó y así lo he contado.

Vemos el enésimo ejemplo de cómo los padres educan a los idiotas y a los imbéciles presentes y futuros de nuestra comunidad. No entiendo Señor, tu dilación en mandarnos las plagas de Egipto, y masacrar a todo primogénito mastuerzo susceptible de fabricar la siguiente generación de tontos. Tontos sin necesidad de entrenar, por mucho que se me recorten la perillita, luzcan Rayban y hallan llegado a la sierra en Audi.

Y no crean que la hembra humana quedaba atrás en sapiencia y raciocinio. En vez de cagarse en los difuntos del inútil del padre (que son su familia política) sólo se le ocurre decir que “dejadlos ya, que no van a estar bien para navidades”. Valiente educadora, vaya forma de defender a los inocentes. Inocentes, que por cierto demuestran mayor inteligencia, puesto que el cerdícola ¿qué hizo al correr sino adaptarse al medio? No queda sino correr cuando una fiera del frenopático te persigue, sepas lo que pretende o no lo sepas. Sin embargo, el fulano, con su actitud ¿qué pretendió? No se si alguna razón espiritual más elevada se me escapa al entendimiento y estoy yo aquí poniendo a parir al pobre hombre injustamente. Pues mira, no creo. La pregunta que queda en la recencia es ¿Cuál de los dos es el berraco?

Hora de repartir leña; administremos la penitencia para éstos: Lléveseles a una pradera abierta y hágaseles encontrar con una familia de elefantes, rinocerontes, o criaturas por el estilo, que decidan exprimirles corriendo perseguidos para salvar sus patéticas vidas de urbanización chaletera. Posteriormente, sean sodomizados por dichas bestias.

Consejo para los hermanos: sigan disfrutando de la naturaleza y de lo realmente puro que este planeta - habitado por esa puta plaga humana de mierda - puede aún ofrecerles, a ustedes y a sus hijos de ustedes. Como me decía la hermana Pandora; es una suerte que aún podamos caminar por sitios salvajes, convivir con animales y plantas, y disfrutar de ese respeto mutuo que nos debemos todos los seres que compartimos esa complejidad en común: la Vida.

Podéis ir en paz.

viernes, 15 de octubre de 2010

EL ZAPATO DE CRISTAL

Hermanos, hermanas...

Todos en la villa se parten la cara por calzarse el zapato de cristal.
Pero en esa pelea barriobajera del pueblo en la que luchan por encajar el pinrel, no es casualidad que sea en un 50% el más garrulo el que gane, y en otro 50% el menos escrupuloso (que en gran medida tienden a coincidir).

Es lógico: pongan a una persona decente, cabal y honesta a competir en un pueblo por el bastón de alcalde o por un puesto en la lista cercano al Gran Kajuna, contra la fauna que se suele presentar para tal efecto:

Tendremos al analfabeto con más cara que espalda, que vio demasiadas películas bolcheviques los domingos por la tarde y que cuenta con innumerables contactos y enchufes en la administración (en la que tiene algún primo o hermano, vamos, gente como él). Tendremos también al presidente de la mancomunidad de vecinos, que en el ejercicio de su labor aprendió algunos términos como “llamamiento”, “conciliación” y “convenio” y decide utilizarlas para crear un discurso que haga pensar al pueblo llano que dice algo (y lo consigue, por supuesto: el problema suele estar en el receptor, más que en el emisor; estos ponen vestido de limpio a su propia madre en toda la cara si hace falta). Tendremos a la militante hippie de ONGs que venía con ideas de las que se le ocurrieron en 1º de Bachillerato cuando estudió historia y se pensó la más culta del pueblo, y que se corromperá en la casa consistorial más que un filete en cocacola. También el liberado sindical que no ha trabajado en su puta vida ni piensa hacerlo y que maneja la jerga como nadie, sobre todo si lo que se dice se dice con la vena en el cuello, en tono de dictador sudaca y lanzando algunos "compañeros y compañeras (y compañeres)". O el empresario estirado de la villa, que pone un porcentaje de su riqueza en campaña para desde el sillón seguir exprimiendo a los demás, no ya como clientes o trabajadores, sino ahora también como “súbditos”.

Imaginen la pelea de perros. O no la imaginen; recuérdenla de cuando tienen que votar en sus municipios, y verán que de toda esa masa garrula, sin formación ni educación y con la valentía de los ignorantes se dan de ostias dialécticas, se llaman de cabrón para arriba, se acusan de genocidas, y una vez en el cargo chupan pasta para los suyos mientras les resbala lo que les digan (porque estando yo caliente, ríase la gente). Verán al concejal de turno, el analfabeto, firmar con una X los documentos que más beneficien a su clan con tu dinero, pero no se dejen engañar; que no sepa ni escribir no quita que sea más listo que su puta madre (que lo es). De repente la hija del alcalde tiene un 4x4, la cuñada que no estudió tiene trabajo ampliamente remunerado aunque tenga una baja vitalicia, y empiezan a salir deportivos de los sueldos de estos huelebraguetas.

Es normal que los honestos huyan de estos bajunos infraestimulados y fácilmente corrompibles. Nadie de bien querrá mezclarse nunca con esta chusma. Los buenos que prueban un tiempo, salen escopetados del asco o a patadas.

Todo lo dicho es una evidencia, no hay nada nuevo. Lo que quisiera manifestar es mi hartazgo referido a ver una y otra vez en los municipios a un montón de cerdos calzándose los zapatos de cristal (y se los calzan, por cojones, pero se los calzan).

Algún día, ojalá, podamos ver que los zapatos se los ponen los que los merecen, los que pueden llevarlos con dignidad, y hacer algo con ellos. Sobre los cerdos… de momento: al Tártaro con estos mamones. ¡Y viva el VOTO EN BLANCO!

Que el Señor esté con vosotros.

Podéis ir en paz.

viernes, 8 de octubre de 2010

EL SOMA Y LA FÁBRICA DE CIUDADANOS DELTA

Hermanos, hermanas...

A esa hora en que los que pueden se echan la siesta, en la que las compañías telefónicas te llaman e invaden impúdicamente la intimidad de tu casa… se perpetra paralelamente el hundimiento de nuestra civilización desde ese aparato, en otro tiempo revolucionario, llamado televisor. Como casi todo lo revolucionario, pudiendo usarse para el bien, el ser humano prefirió usarlo para hacer el mal, y sacar tajada.

Podemos encenderla a cualquier hora y notar sus efectos corrosivos. No obstante hay ciertas horas (sobremesa y tarde, además de prime time de fin de semana) en que es más fácil capturar y lavar los cerebros de los individuos más vulnerables y numerosos: las amas de casa autómatas, incultas y empastilladas, y los adolescentes de la ESO. Para subyugar a los hombres basta con el fútbol. Ejemplifiquemos:

Enciendo la TV y veo una pandilla de tertulianos (dícese del personaje que cobra por aparentar que lo mismo sabe de la Campanario que de física cuántica) que aseguran tener el título de periodistas aunque aún largan cosas como “contri más” o “habemos”, mientras se atiborran de chucherías en la mesa de debate, por llamarle a la mesa de alguna forma (lejos quedan, por allí por los 80 aquellos debates de eruditos serios y estirados pero que por lo menos sabían leer y escribir). A esta horda de retrasados y chuloputas intenta moderarlos el presentador show- gay (todos sabemos a estas alturas que para llevar un programa de éxito es requisito indispensable que te huela la espalda a Brumel). Lo de moderarlos es relativo porque más bien los arenga para que se griten entre ellos, los pica y los manipula que da gusto, mientras el público aplaude como loco cada vez que uno de los esperpentos acaba una frase en un tono arrabalero aunque no haya dicho nada con significado. Y para animar al personal, nada como poner musiquita y politonos que no vienen al caso y bailar, ¿para qué? y a quién le importa, la gente es tonta ¿no? pues toca hacer el gilipuertas. El showman le da a la parroquia lo que la parroquia pide.

Como personaje invitado tienen sentada en medio a una mujer que es enferma mental. No estoy ironizando. Se le ve un claro trastorno psiquiátrico y un problema de adicción. Cada palabra suya provoca dos cosas: o el descojone general, o las lágrimas empáticas de los que se reían de sus chorradas. Emoción barroca pura y dura, hermanos. Todos hablan del mismo tema: a una bajuna operada de cara y mamas que han dado el título de princesa del pueblo (así por las buenas, sin referéndum ni nada) famosa por haber fornicado hace una década con un torero de tercera división y por hablar de su hija menor, le ha puesto los cuernos su marido camarero con una tía que va cascándolo por los programas (recolectando dinero para operarse ella también). Y todo se ha montado porque la borracha invitada un día lo soltó también con ánimo de lucro (que para eso está aquí hoy, subida al carro). En definitiva, toda esta jauría vomitivamente bizarra de freaks parlando de esta mierda provoca en mí una pregunta: ¿Y a mí qué carajo me importa?

El caso es que a la mayoría de España sí le importa. Y además se partirían la cara contigo por defender a la agraviada, que gana 100 veces el sueldo mínimo interprofesional por poner a parir al que le pongan esa tarde por delante. La gente está aburrida de la ostia. Y es ese mismo aburrimiento el que les lleva a tragarse y además creerse no solo los montajes que preparan en la TV (más preparados que el pressing catch), sino también los numeritos amateurs diseñados por los buscadores de sus 15 minutos de gloria en los programas de testimonios, confesiones y pelea familiar.”¿Te has follado a tu perro y no te atreves a contárselo a tu madre?, ¿Has vendido el coche de tu padre porque te obligaron las voces y temes que te de una manta de palos? Ven y cuéntalo en la tele”.

Luego te diseñan un Gran Hermano (desprestigio donde los haya del concepto Orwelliano) donde cuidan al máximo el casting para meter hacinados a una panda de trastornados, enfermos e inadaptados para que revienten, y nosotros muy felices y voyeurs, ver cómo le dan a la noble tarea de dormir, follar, echar mierda y pelearse de las formas más bajunas imaginables, hasta que llegue el día en que uno le pegue una mojá a otro con el cuchillo del jamón porque le falta el tabaco, y eso si que no porque yo soy así, y yo voy de frente, y tu no me vas a cambiar y a mí no me chulea ni Dios. Opino como todos; que los enfermos deberían estar en tratamiento. Pero lejos de eso, luego los envían como fichajes a otro programa en el que una caterva de tías vestidas de puta de discoteca intenta conquistar el amor (cuando quieren decir fornicio y pasta gansa) de unos ex peones de albañil metidos a Cristiano Ronaldo, todos con el mismo peinado de la puta crestita de los cojones. Lógicamente todo acaba como el rosario de la aurora, llamándose de todo y hasta pegándose de leches.

Tras pensar que todo es un teatro e intentar consolarte, ves los mensajes de texto que ponen debajo de las imágenes: “ai ke nominar ala Chuki envustera ijaputa tkiero loco / salbar a Debo es la k bale + xk sea trebido a foyá besito la jitana wapa”. Es entonces cuando sabes que todo ha acabado; no sólo es dentro, la metástasis está fuera y crea tarados a velocidad imparable. Los jóvenes son carne de zombie, los padres no harán nada porque ya son muertos vivientes, el sistema educativo no podrá hacer nada porque el legislativo no se lo permite, y la producción y el mercado seguirá pagando un potosí por cada minuto de oro con su marca en los descansos de estos programas para electroencefalogramas planos.



La tele es un espejo de la sociedad que la consume. Estamos en tierra de muertos que se piensan vivos. Rodeados de reporteros forzando amaneramientos y de gilipollas por doquier. La soledad más bestial y paupérrima nos rodea. Nuestros vecinos ya son como ese falso periodista que busca la menor oportunidad para acusarte impunemente de genocida cabrón, encendiendo la mecha del bulo embustero a cambio de algo de popularidad y unos eurillos si es posible. Así es la prostitución en los mass media.

Al venir cansado de regalar tiempo de tu vida a cambio de pasta que luego se llevarán la hipoteca, hacienda y las aseguradoras, la TV te ofrece horas de relax e historias virtuales, inócuas y poco peligrosas para el sistema. No acudan a la literatura ni al arte (podrían pensar demasiado). No descubran el mundo que hay tras la tele, no vean la verdad, no se planteen otro mundo. Les da lo que ustedes necesitan. Hagan lo que diga la tele, piensen lo que diga la tele, crean lo que diga la tele, encaminen sus vidas hacia donde les diga la tele…

Solución: Apaguen la tele.


Podéis ir en paz.

domingo, 3 de octubre de 2010

EL INFANTE SOBREDIMENSIONADO

Hermanos, hermanas...

Este sermón va sobre niños gordos. Los niños gordos actuales, que ya son legión. Pero no arremeteré contra la obesidad en sí, porque la trataremos hoy no como un pecado capital, sino como una de las manifestaciones más tangibles de la dejadez más infame.

No obstante, debo desvelarme ante ustedes, hermanos, y he de confesar una idea que me viene a la cabeza involuntariamente cada vez que veo a un onceañero obeso; un mentismo que me atormenta cada vez más frecuentemente al ser estos especímenes cada vez más numerosos. Se trata de una compulsión surrealista, fascista y a la vez desternillante: al ver al infante siento la necesidad de coger una manguera y rebolearlo por el suelo a base de cañetazos de agua fría, como hacen los antidisturbios, y ver cómo rueda mientras se arrepiente de sus pecados. Como veis es una idea por la que merezco la penitencia que ustedes consideren oportuna administrarme. Pero una vez confesada y yo absuelto, pasemos al tema que nos ocupa.

Hallábame en una tienda de chinos buscando entre la baratura, al lado de un gachó que con lentas y decibélicas palabras instaba al oriental a que le trajera una máquina “pa cé buhero” (máquina para hacer agujeros, dícese del taladro o trompo), ignorando que el chino dominaba el castellano mejor que él. En ese momento siento una gran fuerza que me desplaza decidida hacia la estantería de los tapergüer. Al mirar descubro que se trata de un mico de poca edad y volumen incalculable que ha pasado con una bolsa de chetos sin pedir perdón por sus atropellos a los parroquianos de la tienda.

Le sigue una madre cetácea que se balancea de lado a lado, respirando con dificultad, ojos medio cerrados, boca entreabierta y actitud pánfila. Queda demostrado al instante el traspaso genético, y mientras, observo algunas cosas en la conducta del muchacho: apenas habla, cuando quiere algo de la madre hace un amago de llorar y amenaza con un golpe, pasa de la amenaza a la risa bobalicona en 0,2 segundos, chilla, come chetos a manos llenas y se limpia en los artículos del chino. La madre, en babuchas, le mira y le dice con voz adormilada: “Va a haber que comprarte algo ¿no?”. Yo observo y no veo el momento, como os dije, de emigrar a Suecia.

Es muy frecuente que aparezcan asociados esa obesidad y esa aptitud tontuna. ¿Qué fue antes? ¿el huevo o la gallina? Fueron sencillamente a la vez, efecto de la misma causa: la dejadez suprema, tan premiada en el presente. Déjense la gente de gilipolleces extremas excusándose en el tiroides, en la constitución propia y chorradas por el estilo. Esos problemas son en realidad estadísticamente escasos. Todos se justifican en el tiroides, igual que la mala educación en la hiperactividad.

En este estudio de caso, la matriarca se ha dejado y ha preferido el confort de la telenovela y el bocata de barra entera con chorizo. Correr es de cobardes. El ejemplo es seguido por su engendro, que pide comida y caprichos sin mesura porque pa qué. Esa dejadez es también la causante de que el niño cuide con esmero de conservar e incluso adelgazar esa puntuación bordeline que reflejó su cociente intelectual la vez que la madre lo llevó al psicólogo porque el niño con 5 años aún no hablaba (luego se daría cuenta de que no habló porque no lo necesitaba, ya que la madre le daba todo nada más poner “el puchero”). La dejadez es la causa de esa decadencia física, y más preocupante caída intelectual, social y cívica.

El niño gordo se agencia un rotulador clandestinamente y hace un grafitti en la pared a escondidas del dependiente, antes de irse entre gritos e insultos a la ballena. Me acerco a la manifestación escrita y compruebo que el tonel andante, en un alarde de ignorancia supina del lenguaje, ha expresado: “QIERO FOYA”. Entiendo que ha querido dejar constancia de una elemental pulsión biológica ya conocida por las películas que guarda el padre junto a las revistas porno, y soy nuevamente testigo del aprovechamiento que del colegio hacen nuestros jóvenes.


Salgo a la calle y al contar 10 niños, compruebo que 7 están sobredimensionados y 6 son gilipollas. Son las vísperas del Apocalipsis. En la piscina veo en un rincón del césped una pandilla de 4 espatarrados sebosos con cadenitas de oro, de unos 12 años, sendos cigarros en mano y simulación pseudoadulta mientras miran a los demás desafiantes y pensándose sobraos y atractivos para las nenas. Las nenas juegan a imitar a Beyoncé y a Shakira moviendo un pandero más propio de la madre de Marco o de señoras de 60 años por el estilo, y creyéndose diosas sexuales irresistibles al contoneo de los michelines rebosantes, sin complejos de haberse calzado un bikini para Megan Fox (ala, fuera complejos). El rebosado ya no me molesta - me vuelvo insensible a la estética -, pero resulta intolerable ver cómo se han provocado ellos mismos un grave retraso mental, y cómo faltan al respeto al respetable con desfachatez inaudita.

Es lógica entonces aquella idea inconsciente y subrrealista de antes. Veo a los infantes dejados, que me llevan, encima, una camiseta de equipación de fútbol en un acto de hipocresía sin igual, como si se ejercitaran físicamente emulando a sus héroes del campo de juego pero eso sí, sin seguir el ejemplo (nada más que verlos en la tv), porque a estos los veréis más desplazándose en moto y jugando a la Wii, que corriendo y comiendo lechuga. Y a las niñas no les digas que no son Beyoncé, que te cogen un trauma, que eso es muy normal tanto entre el sebo como entre las delgadas compulsivas. (En el video ilustrativo: consecuencias nefastas y gravitatorias; ¡stop it, it hurts!)



La penitencia contra la dejadez imperante a estos miembros de la juventud es: ¡PICO Y PALA! Un pico y una pala y cavar a mansalva, a hacer vías y autopistas. Que sirvan para algo de una vez. El consejo para los hermanos: a los niños… alimentación equilibrada, lectura, conversación, juegos al aire libre, límites en el comportamiento, y sobre todo, fomentar el amor propio.

A los comentarios propios de programa de tarde de “Yo me gusto como soy” y “soy más feliz y simpático que los esmirriaos”, yo les digo: ¡Y una mierda! a nadie le gusta estar gordo, prueba de ello son las dietas estrambóticas fracasadas. Te puede más la cultura de la telera de medio kilo con mortadela que la estética y la salud propia; cultura traspasada no biológicamente como gustaría a muchos para quedar justificados, sino heredada de forma ambiental y negligente. Qué forma de dejarse, hermanos.

Podéis ir en paz.

viernes, 1 de octubre de 2010

REQUISITOS PARA REGIR DESTINOS

Hermanos, hermanas...

Esta es la pandilla de inéptos que nos gobiernan:
















No tengo nada más que decir.


Podéis ir en paz.