Hermanos, hermanas...
La gente ha visto muchas películas. Pero de las malas, de las de Van Damme, y de las de tiros y pandillonas de barrio de negros. Es notable la corrupción que el concepto de “respeto” ha sufrido entre los ínclitos miembros del Club del Libro, ni-nis, o generación llamada de la “Y”, o entre los vagos tocapelotas, directamente.
Si antes, entre los jóvenes se usaban las modas a lo Brando, o a lo James Dean, ahora el que menos necesita creerse un latinquin con derecho a respeto pero sin deber de darlo. En la botellona y en los colegios se esgrime la bandera del respeto entre los adolescentes. Qué principios y qué valores tan honorables… diría cualquier gentilhombre. Pero no se llamen a engaño. El respeto que exigen para su persona es un respeto carcelario, pandillero, bajuno-darwinista, de favela de narcos, facilona virtud de quita y pon sobre todo cuando me beneficia a mí.
De todos es conocida la frase: “Mi libertad termina donde empieza la de los demás”. Esta generación de sabios púberes ha trastocado la sentencia, en un alarde de virtudes que abanderan con orgullo (véase: egoísmo, hedonismo, narcisismo y demás rasgos onanistas) y en sus fotomontajes horteras del Tuenti escriben con sobrada suficiencia: “Mi liverta enpiesa donde acava la tulla”. Un cambio leve, aunque muy significativo, que nos describe la estupidez legendaria y egocéntrica que han llegado a alcanzar este atajo de gilipollas.
Su respeto no es más que infundir todo el miedo que puedan en las personas de bien, usando para ello los atuendos y maneras de los que en realidad temen (gitanos, rumanos y sudacas), para ser temidos por otros. Quiero decir, hermanos, que cuando vemos a una quinceañera disfrazada de calorra cani, barritando por la calle y tocando palmas a lo kinki, acompañada de putas del mismo calibre, traduzcan, y vean que sólo se trata de una imbécil insegura y cagada de miedo que necesita un buen par de hostias que le cambie los piños de sitio, o que le echen un polvo de los buenos que la reconcilie con el mundo (y no los que le echará el Cabesa, deprisa y corriendo, y con destreza bajo cero). Por ejemplo, la retrasada del video, aunque intente convencernos de que triunfa y triunfará en la vida, todos menos ella sabemos, que llegará sólo a puta, si no lo es ya.
Para estos pandilleros de tres al cuarto, que sustituyen el pene por el coche tuneado, y la seguridad y autoestima por el perro entrenado para achucharlo al que le mire de aquella manera, que les tengan respeto es que les tengan miedo. No hay más.
Recuerdo a una de estas sujetas relatando que dejó al novio porque era muy bueno. Y que lo dejó por un maromo de motillo y porro que lideraba una banda de fóbicos al esfuerzo pero fílicos a la bronca callejera. El gachó acabó en la carcel por robo a mano armada. La prematura zorrilla de 15 años no cagaba con la imagen aparecida como en sueños del pavo vestido con su uniforme naranja Guantánamo, apuesto y gallardo, rebelde porque el mundo parece que le hizo así. Fantasías de hembra gorila, supongo, o atracción primitiva y biológica por el macho espalda plateada. Hembras que buscan al latinquín de sus sueños, que les de fuerte y flojo cuando no cumplan con su papel de hembras. Aquí vemos un claro hundimiento de los éxitos femeninos que están llevando a pique las actuales generaciones de subnormales.
Penitencia: una hostia por cada vez que no se la dieron y otras tantas cada vez que abran la boca para decir una chorrada. Y luego, un pico y una pala, que no tienen nada que hacer y esto hay que levantarlo. Consejo: Por Dios y por la Virgen, cuíden de educar a sus hijos, y si no están seguros de ello, por lo que más quieran, absténganse de parirlos.
¡Ley de vagos y maleantes YA!
Podéis ir en paz.
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Al ver la primera foto me entra ganas de poner al zhensho de rodillas apuntándole con una pistola para ver como se caga en los pantaloness de cien euros que lleva. Después le daba de ostias con la palma bien abierta para dejarlo sordo.
ResponderEliminarA la Vane la castigaba a trabajos forzados durante un mes durmiendo solo dos horas al día.
A la zorra de abajo la metía en mierda hasta el cuello durante una semana cada vez que mirase mal a alguien, tirase un papel al suelo, etc.
Estos calientapoyetes no se saben la tabla de multiplicar y ahí están, ocupando sitio, en una sociedad permisiva como esta que no sabe darle el castigo que estos monos necesitan.
Por desgracia, cualquier profesor de secundaria sabe que hay mandriles como estos a casco porro, más de lo que la gente se puede imaginar. La sociedad no es consciente del número de este colectivo porque muchos hacen los mandaos por la mañana para aletargarse en el sofá por las tardes mientras estos dependientes de mierda permanecen encerrados en un instituto hasta las tres de la tarde.
Qué daño está haciendo el no pegar dos buenas ostias a tiempo a estos. Jarabe de palo es el único remedio para estos salpicamierdas.
Estoy harto de que te echen en cara la famosa frase de Sócrates diciendo que la juventud está desquiciada y chunga, para luego acabar concluyendo que los adolescentes siempre fueron así.
ResponderEliminarLo mismo, con tanta potenciación de la mierda mediática, el refuerzo positivo de lo bajuno, y la subida al trono de Belén Esteban, se dan cuenta de que esta es la puta era de Kali, y de que estos mearruedas no me van a pagar la pensión ni hartos de vino.
Al tiempo.
El concepto de respeto entre los miembros del gheto preto es similar a esgrimir ser ciudadano americano a la primera de cambio. No significa nada para ellos porque no tienen ni puta idea de a qué se refieren, pero como aun especie de primer escudo no funciona mal.
ResponderEliminarEn cuanto al sector de furor uterino preadolescente todo se quita a base de hostias como paelleras de 10 comensales en el momento adecuado. Antes a poco que levantabas la mano a otro niño te llovían los mecos de adultos de al familia y ajenos a ella.
A esos nudillos si que se le tenía respeto.