
Hazte constructor. Pero no hagas una casa como las de antes, como Dios manda. Nada de mariconadas. Tú coges y en vez de una cantidad X de cemento y materiales dignos, tu le aplicas un X/2 y compras ladrillo cunero para la faena. Haces una mierda de edificio, no te pases de honrado, lo suficiente para que cuando llueva, tarde un parde días en salir una humedad. Luego la vendes a 40 kilos, le ganas 35 más o menos con el tema de la plusvalía, la especulación y los tasadores vendidos de los bancos, que estarán contigo (no lo dudes), y os repartís el pastel de la venta; que de ahí salís todos ricos y chupando del pringao al que le hayáis endiñado la trampa, que estará cogido de los cataplines hasta los 67 de la jubilación nueva.

Hazte constructor, hazte banquero... hazte supervillano.
Dicho todo esto, hermanos, díganme ustedes si no ha llegado la hora de empezar a MATAR.
Podéis ir en paz.
Es de vergüenza ver que los señores que han construido este tipo de edificios siguen contando billetes de quinientos en sus oficinas mientras el resto ha perdido todo.
ResponderEliminarEstaba claro que si aquí se movía un poquito el suelo o llueve un poco más de la cuenta se iba a liar bien bien buena. Es un puto milagro que no estemos haciendo rascacielos con adobe para abaratar costes y aumentar beneficios y el problema es que el constructor, el arquitecto y los obreros han perdido la perspectiva como el cirujano que sólo ve órganos y huesos pero no se acuerdan de las personas.
Los controles de calidad sólo sirven para generar empleo y hacer la pelota burocrática más grade, cuando en realidad la gente se pasa las normas de seguridad por el callejón del peste.
A día de hoy casi es mejor vivir en una chabola, porque si hay una atisbo de cataclismo y se te cae encima pro lo menos no hace tanto daño.