Sed bienvenidos...

... los que estáis asqueados de toda la Tontería que nos rodea, los que estáis hasta los cojones/ovarios de aguantar imbéciles e incompetentes, los que tenéis que reventar y no podéis porque vuestra castrante moral judeocristiana os lo prohibe, los que sufríais de pequeños las mofas de seres inferiores, los que esforzándoos no obtenéis recompensa, los que vivís en un mundo que no es para vosotros, los que sabéis parte de la verdad pero os toman por locos, los que necesitáis opinar sin ser juzgados por ignorantes, los que pudiendo cambiar las cosas aún dormimos.

miércoles, 6 de julio de 2011

SEGUNDA ADOLESCENCIA Y VERGÜENZA AJENA




Hermanos, hermanas...

El otro día, regresando a casa, adelantome un personaje por la derecha montado en un Mercedes Kompressor descapotable - de estos cuneros aunque Mercedes, que los que no llegan se compran con mucho esfuerzo para dar el pego, no llegando a tener lo que es un Mercedes como Dios manda -, de unos cincuenta y quizás tantos, con su camisa a rayas, gafitas de sol, pulseritas varias queriendo denotar una juventud que ya no poseía, actitud arrogante y posturita a lo Top Gun. Ante nosotros un caso quizás agudo, de segunda adolescencia, aderezado con una generosa provisión de crisis de la mediana edad.


La crisis de la mitad de la vida no es más que una mirada atrás. Con todo el peligro que ello conlleva. Me refiero a que si durante la primera parte de tu vida has sido una marioneta de otros, has hecho las cosas porque tocaban, te has dejado llevar por la inercia, has cumplido lo que la/el parienta/e y la familia te ordenan, y has sido un esclavo redomado y consentidor como mandan los cánones... entonces esa mirada atrás escuece como tó-sus-muertos. Y escuece porque por primera vez, muchos, ante sí mismos y ante medio camino que les separa de espicharla, les da por ser sinceros consigo mismos y reconocer que no habrá otra vida como nos prometieron en el catecismo, ni podremos corregir los errores, ni nuestros sufrimientos serán recompensados, ni hostias en vinagre.

Ups. Resulta que hemos malgastado media vida aguantando a los suegros jartibles, a los hijos caprichosos y egoístas que te usan como a un expendedor de dinero, a los jefes incompetentes, un trabajo que te importa un zurullo, una fidelidad sexual absurda, los mandatos surrealistas de una moral llena de tabúes, y una parienta que ordena y manda lo que le sale del coño. En un intento desesperado por recobrar el tiempo perdido que jamás volverá y corregir lo gilipollas que somos, la doña de cincuenta y pico se calza una camiseta de chavala de 18 rebosando lorza, se hincha los labios de botox (fabricándose un careto de goma de los que se ven en serie en las revistas), y subiéndose a tacones imposibles de los que les ven a las muchachas monas de la tele... convirtiéndose en engendros esperpénticos despojadas de toda dignidad, ridículas parodias de jóvenes libertinas y alegres, recogedoras de cubanitos sexys, e imitadoras de Sarah Jessica Parker. No se si la culpa la podría tener Sensación de Vivir o Melrose Place, que trataba de vejestorios que iban al instituto. En la foto, una patética tipa cuarentona que no superó nunca la adolescencia, opositando a meretriz, y poniendo morritos como le ha visto hacer en el Tuenti a la zorra de su hija de 12 años.

No voy a negar que esta respuesta desesperada ante la inminencia del tiempo produce personajes para descojonarse de la risa, entre las mujeres por ejemplo. Pero en el caso de los hombres, se producen verdaderos payasos profesionales, como el citado arriba. Harto de los cabrones de los niños y de tener que guardar fidelidad a la foca que habita en su casa, agobiado por las decisiones del pasado decide corregir, pero los conversos repentinos siempre fueron muy histriónicos y muy horteras: lo primero es adelgazar - si puede -, ponerse una camisetita de petado, comprarse el nuevo buga que rompa con lo recalcitrante de su vida anterior, desentonar en pubs de copas buscando ganado terso y hacer unas reformas en su picadero de alquiler; véanse la cama redonda y el jacuzzi (elementos soltero-maduriles donde los haya). Lo veréis en coche nuevo con nenas de discoteca de las que buscan desvalijar carteras, más putas que las gallinas, de las que dispensan viagra y contrastan con el nuevo adolescente viejuno... o en su defecto, como su análoga femenina con cubana o colombiana recogida de la miseria por el magnífico trueque "dinero por folleteo". Sueño cumplido: variedad de tías buenorras que alguna vez caen (a pesar de tu barriga cervecera).

¿Por qué decidió en su momento tener una vida de compromiso familiar y sacrificios si en realidad no quería? ¿Y por qué todos se creen el puto Pierce Brosnan? Ay, pecadores... en verdad os digo que sólo tenemos una vida y no dos para corregir en la segunda. No tengo nada en contra de que encarriléis vuestra vida a los 50, pero hacedlo con estilo. No vayáis de gigoló kitsch y venído a menos, ni de puta de Miami revenida y con liftin hasta en el chochete. Moderaos, por Dios y por la Virgen: comportaos.


En los últimos años, la segunda adolescencia llega antes, a los individuos de 30 años; o quizás nunca superaron la primera (que es más posible). En todo caso el patetismo es radicalmente absoluto. Esto lo veo ahora y os diré lo mismo con 50, desde mi jacuzzi futuro de madurito interesante.






Podéis ir en paz.

2 comentarios:

  1. En este tema tengo una vaga sensación de ese agobio que solía recorrer a los personajes de pesadilla en Elm Street porque sabían que no podrían escapar de las garras del señor Krugger porque atacaba donde nadie los podía proteger. Viendo a los especimenes que perfectamente retrata en este post me da sensación de que el borreguismo ataca hasta en los momentos más lúcidos de los personajes más pencos.

    Llegada a la madurez y mirando atrás lo lógico es reflexionar sobre lo que has hecho y si está mal corregirlo y madurar definitivamente. Esto es lo que debería pasar, pero el entorno, las costumbres y las pocas ganas de currárselo de estas señoras y señores (porque a esa edad son SEÑORAS y SEÑORES) no pasan de descorchar la botella porque tienen una nueva excusa para justificar toda la lista de mongolidades que se les pasa por la cabeza.

    Es la filosofía del antojo, del pataleo y de la espinita clavada. Es el momento de imitar a los personajes que la sociedad de consumo les dice que imiten. Unos personajes de vicios caros, de lujos injustificados y de un nivel de vida que hace que aunque seas el puto hermano gemelo de Pocholo, el bolsillo no te llegue ni para pagar las pelusas de su ombligo. Lo peor del caso es que el individuo es plenamente consciente de ellos y están dispuestos a dejarse las pestañas porque "ellos lo valen" olvidando las responsabilidades que unas personas de su edad tienen.

    Llegados a este punto hay que dejar de apretar el gatillo y dejar claro que siempre de está a tiempo de aprender, de vivir y de experimentar, pero nunca o casi nunca se está preparado para un cambio radical de vida, y no hablo desde un punto de vista ideológico sino ya físico.

    Es interesante enterarte del fenómeno del "divorcio de la media edad". Es gente que se dice "no soy feliz con mi vida y quiero ser feliz lo que me queda", pero para ello rompe una relación que con sus más y sus menos ha durado un tiempo para acabar arrejuntándose con una proyección de sus deseos que en un plazo de un año termina convirtiéndose en lo mismo que temía antes. Padres de familia amargados con dos hijos y muchas deudas que se separa y vive un año de desenfreno con su nueva pareja, que casualmente ya tiene un hijo estudiando carrera y que desemboca en la misma vída que tenía hacía un par de años.

    La solución a estos casos es madurar mentalmente antes que físicamente, y eso me temo que ocurre en el menor de los casos, así que nos esperan años de nuevos adolescentes canosos que se venden diciendo que mejoran como el vino sin caer en al cuenta de que el día de mañana amanecerán siendo los mismos perdedores pero con una resaca del carajo.

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  2. Ciertamente es alarmante el número de gilipuertas que consiguen zarfarse del cónyuge para atarse a otra lapa - que piensan que va a ser la hostia de guay - que resulta como es de esperar, otro infierno. Realmente el hombre es ese animal que tropieza mil veces con la misma piedra aunque se la señales con neones e intermitentes. Qué raza imbéciles somos.

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