Sed bienvenidos...

... los que estáis asqueados de toda la Tontería que nos rodea, los que estáis hasta los cojones/ovarios de aguantar imbéciles e incompetentes, los que tenéis que reventar y no podéis porque vuestra castrante moral judeocristiana os lo prohibe, los que sufríais de pequeños las mofas de seres inferiores, los que esforzándoos no obtenéis recompensa, los que vivís en un mundo que no es para vosotros, los que sabéis parte de la verdad pero os toman por locos, los que necesitáis opinar sin ser juzgados por ignorantes, los que pudiendo cambiar las cosas aún dormimos.

miércoles, 5 de octubre de 2011

PUNTO DE INFLEXIÓN

Hermanos, hermanas...


Esto es... una niña que tira la lata de cocacola al suelo cuando acaba con el brebaje. El padre, que mete con prisa al hermano chico en la parte trasera del coche, abrochándolo a la silla de bebés, justo delante de la pantalla para DVD que tienen los niños delante, para que no den por culo durante el viaje, se percata de la conducta guarra de la hija y tiene la buena intención de intervenir. Esta intención debemos agradecérsela, porque muchos en su lugar pasan del tema. El padre, sin hacer contacto ocular, se va para la niña diciendo: ¡Ya te he dicho que si tiras las latas al suelo, te corto las manos!


Pero atentos, vemos que nuestro héroe no es a la niña a quien se dirige, sino a la lata. Mientras el progenitor dobla el espinazo para coger el residuo apoyando una mano en la rodilla (se ve que al hombre le cuesta lo suyo), la niña riéndose y saltando entra en el coche segura de no haber oído (por lo que será diagnosticada por su madre con un Déficit Atencional) o quizás sudándole la polla el que sus manos vayan a ser cercenadas. El padre acaba de tirar la lata a la papelera cuando la hija ya está dentro derramando bocabits. La familia se reúne por completo en el coche, y sin bonus extra de riña, ni cumplir su condena gore para nada, parten a su destino. Como si aquí no hubiese pasado nada.


Veamos el acontecimiento desde la perspectiva del sentido común. La vástaga en el episodio educativo que hemos presenciado no ha aprendido una mierda. O mejor dicho, ha aprendido lo siguiente:




* Que las amenazas, por cabronas que sean, no se cumplen nunca.

* Que sus malos actos no tienen consecuencias, la causa-efecto con ella, no va.

* Que sus malos actos los paga su padre, imbécil redomado.

* Que el concepto padre es igual a "machaca", criado, y en el futuro... expendedor de dinero.

* Que la ecología debe ser algo relacionado con la ciencia que estudia los economatos.

* Que si todos vertemos mierda a la calle, esta desaparecerá sola, o en su defecto, los duendes la limpiarán.

* Que ella es un ser privilegiado, sin responsabilidades.

* Que los padres no tienen autoridad porque no cumplen.


Como se observa, resulta un acontecimiento de suma importancia. En actos como este, es en el que los padres pueden decidir corregir la conducta y crear seres capaces, autosuficientes y felices, o ir a lo fácil y crear entes afuncionales, caprichosos, tiranos, y chuloputas.


Solución al pasatiempo: el padre omite la promesa del mandoble a la altura de las muñecas, diciendo en su lugar: "Hija (o como se llame el monstruito), ven aquí. ¿Ves la lata que has tirado? La recoges y la tiras... ¿dónde?". La niña si aún no está muy malcriada y es inteligente dirá "Ahí (en la papelera)". La obliga a corregir el tema que nos ocupa. Si hay que parar un minuto se para. El padre confisca la bolsa de patatas. La niña se mete en el coche. De camino al destino le lanza preguntas abiertas que ella se responderá: ¿Por qué tiraste la lata? ¿Qué pasaría si todos llenáramos la calle de latas? Cuando se termina de comer un paquete ¿dónde hay que echar las cosas? Muy bien. Deja que la niña se conteste ella sola y asiente ante los aciertos. Padre e hija hablan. No esperan a la adolescencia, cuando a base de no hablar o hacerlo a gritos y con amenazas que no van a ningún sitio, ya es demasiado tarde.



Podéis ir en paz.

3 comentarios:

  1. Sólo tengo que quitarme el sombrero ante tal exposición de la verdad absoluta. Muchas veces cuando ves este tipo de situaciones por la calle, te encantaría pertenecer a uno de esos programas de la tele donde se acercan a la gente y le hacen preguntas incómodas para luego rectificarles y decirles lo que tienen que hacer. Así quedarían en ridículo delante de todo un país que en sus casas sentirían empatía por este tipo ya que todos los padres son unos malcriadores de niños que reclaman a la Junta diagnósticos de hiperactividad o un largo etcétera y su correspondiente minusvalía para cobrar una subvención por hacer de sus hijos virus sin cerebro, sin aspiraciones y sin vergüenza que infectan todo lo que nos rodea.

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  2. Me huelo que con el camino que lleva este niña la primera conversación con su padre será:

    - Pá, estoy preñá.
    - ¿De quién?.
    - No lo se.
    - Pues adivínalo y vete a su puta casa a vivir.
    - Papaaaaaa!!!
    - Bueeeno, junta a los posibles padres y que se vengan a vivir con nosotros.

    ¿Hay algún término para definir a un padre que sea un calzonazos de su hija? Pues eso.

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  3. Hoy, en clase, un alumno de 2º de Bachiller, asombrado ante la existencia de escuelas de padres (y no me refiero a que se sorprendiese de que existiese tal en el nuestro por sorprendente o poco probable, me refiero al concepto mismo de la actividad)comentaba: "¿Escuela de padres? ¿Eso qué es? ¿Para enseñar a los padres a ser padres? ¿Eso no es un poco ofensivo?"
    La madre que lo parió... resulta que el sensible chaval se pega unas fiestas de jueves a domingo, con todo tipo de aditivos, colorantes y conservantes de agarrate que vienen curvas, duerme horas y horas en las que honra a la vagancia, reconoce abiertamente y sin pudor alguno excederse en el modo de hablar y gesticular a sus padres... y un largo etc que no termina.
    Entonces lo miras y tragándote tus ganas de decir burradas hasta hacerlo llorar de verguenza, le dices: "Mira chaval, o los padres pasan el mal trago de pasar por las manos de la Super Nani, o de todos modos pasarán la verguenza propia y ajena que les supondrá verte a ti en Hermano Mayor, o peor aún, en Gran Hermano"

    Querido predicador, propongo que estos desgraciados sean bendecidos con un hijo la mitad de gilipollas que ellos mismos, y que por supuesto, no sean admitidos en ninguna escuela de padres!!!

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