Hermanos, hermanas...
Qué gran tema, hermanos. ¿Por qué el prefijo “poli”? Resulta evidentísimo. Cuántos representantes de esta cultura andaluza de gracejo, romerías y fiestorros catetos habremos visto disertar acerca del plus de honorabilidad que tiene su Cristo de su hermandad cofradiera, frente a otro cristo cualquiera. Se entiende que dan por supuesto que la virgen del Carmen y la Macarena son identidades diferentes. Deidades diferentes. Que algunas de esas imágenes de culto son buenas-buenas de verdad y otras de chichinabo. Que la persona con nombre en el DNI “Joshua Ben Joseph” o lo que es lo mismo, Jesucristo, hay varios, y no me vaya usted a confundir uno con otro que es pecado. En pocas palabras, el catolicismo andaluz nunca dejó de ser simplemente, paganismo. Esto resulta en multitud de “dioses” que son venerados por peñas de personas que se hacen del dios concreto y lo siguen como el que sigue al Betis o al Sevilla (en muchos casos se solapan), y compiten entre sí por dejar claro quién viste más hortera al muñeco, quien tiene más quilates en los varales o quién más número de penitentes (signo de la audiencia y estatus de la deidad). Recuérdense frases clásicas dichas por los capillitas: “yo soy de mi cristo / como mi virgen de los siete dolores, ninguna…”.
Existen fenómenos antropológicos muy curiosos en Andalucía (aquí, unos cuantos):
Ateos beatos: pregúnteles a multitud de cofrades y/o romeros sobre cuestiones de su propia religión. La mayoría de ellos no tiene ni puta idea. Ni siquiera saben la diferencia entre un católico y un protestante, ni entienden una mierda sobre la filosofía de Jesús de Nazareth. Algunos se cagan en los curas, y otros tranquilamente te dicen que no creen en ná, pero salen de penitontos en su virgen. Es un claro indicador de que la Semana Santa aquí no tiene nada que ver con la religión. Es folclore puro y duro. Emoción inyectada directamente en vena desde “chiquetito”, control y sugestión desde lo afectivo. Perfecto para manipular mentes que creen no tener nada más que aprender. Véanse esos pregones barrocos, floriteros y pseudointelectuales.
Excesos en el Rocío: nunca se ha visto en el planeta tanto borrico montado a caballo como en la peregrinación a las marismas de Doñana. Aunque no todo el que peregrina allí es un crápula, el porcentaje de cachondos invocando a Baco y chutadores de rayas, es significativamente mayor que el observado en otros caminos como el de Santiago (en el que corre el canuto junto al misticismo). Lo suyo allí es irte con tu pandilla de pijoamigos rumbafílicos, tu vestido de volantes con gafas de sol, a desmadrar en una casa de hermandad, consumir en la bacanal (que ha costado sus varios miles de euros), pasar la resaca, y como hacen muchos, volverte a tu pueblo en coche cuando acabe. Al terminar, nadie te quita del cuerpo los cuernos que le has puesto a la parienta con los polvos del camino, y tus diítas de vacaciones (que visto así, viva la blanca paloma y lo que se tercie). Mientras tanto los mozos llevan a la virgen, todo muy apretujado, y hostian a todo aquel foráneo que intente portarla o robar un poco de su aura divina. Y a ver qué tiene todo esto que ver con Dios y con la madre que lo parió. Si Cristo levantara la cabeza iba a multiplicar las hostias que dar a esta reunión de tontos.
Gore en las calles: un niño de 5 años es aupado en los hombros de su padre para ver al crucificado, que asoma por la esquina, entre música apoteósica y jumerío. En el paso cubierto de plata, la figura de un hombre clavado literalmente en una madera, asfixiándose, desangrándose, torturado lentamente hasta la muerte, y cubierto de heridas chorreantes… como Dios manda. Las gentes gritan “¡guapo, guapo!, sacan fotos iguales a las del año pasado, aplauden ante una subida del volumen de la música. El niño fascinado, ya está curtido en la casquería porque su padre, el devoto capillita miembro de una hermandad, ya le ha puesto en la tele de casa la peli de “300”. La virgen pasa después, llorando porque al hijo se lo han matado cruelmente. La gente lo flipa en colores, lloran, “¡guapa!” (aquí en Andalucía que uno sea guapo es un mérito añadido y trascendente). El capataz del paso, disfrazado de alto-empresario emplea las formas del míster de un equipo de fútbol y mientras se regocija por sentirse admirado y envidiado, emplea frases emotivas baratas y populares que ponen el tejido capilar mirando al Hispasat: “¡Niño, que se´nteren los´anhele que hoy la Señora se pasea con nosotro!
Sacapasos y mandamases: muchos de los que van abajo eyaculan metafóricamente ante tan emotivas palabras. Pero es curioso que un alto porcentaje sean sólo adictos a esa emoción. Son los sacapasos, a los que llamamos así para distinguirlos del verdadero costalero (que lleva el paso por devoción). Llevan un paso el lunes santo, el martes, y cada día de la Semana Mayor. Les importa un carajo lo que carguen, son frikis del folclore semanasantero. Al igual que sus novias, que encuentran orgásmico que su hombre se dedique al primitivo y rudo arte de la carga de kilos (fenómeno extraño, pero real, no obstante). Luego están los mandamases de las juntas, que emulan a las directivas de los equipos de fútbol (o no se si al revés) - cuyo cometido es disertar sobre las nuevas bambalinas o sobre los rumores cofradieros de la hermandad rival -, y constituidas por niños viejos que imitan a Alejandro Agaj, hombres de derechas del PP, y hombres de derechas del PSOE.
Todas estas y otras que no digo para no aburrir, son las cosas que nos advierten de que la cultura andaluza sigue siendo primitiva y de pensamiento mágico. Como todas las cosas extrañas de este mundo, tiene detrás una razón económica. Y vergonzosamente, cuando nos reímos de los mojamés dándole vueltas a la Caba como gilipuertas o de la tribu de los yanomami porque le cortan el prepucio al púber con un machete, olvidamos que nosotros tenemos, al igual que ellos, un sinfín de rituales que dirigen nuestra vida, de los que no nos preguntamos el por qué, aceptamos ciegamente, y que no nos cuestionamos ni hartos de vino.
Sevilla tiene un color especial. En Cái hay que mamar… Hace poco, pregunté a un autóctono (con estudios universitarios) en el desierto del Taj, por qué son sagradas las vacas. “Porque todos creen que son sagradas” fue su respuesta. Nada nos diferencia de los demás.
Así nos va. Andalucía ha muerto. ¡Viva Andalucía!
Que Dios (en genérico) esté con vosotros.
Podéis ir en paz.
Ups, amigos... he olvidado algo de máxima relevancia. Si queréis sacar un paso que lo pete del todo, se haga el emblema de la ciudad, y la gente se eche a la calle (como les gusta decir a los capillosos), no podéis olvidar lo siguiente:
ResponderEliminarPaso 1: Encarguen un muñeco a un escultor puntero sevillano.
Paso 2: Móntenlo en un paso.
Paso 3: Prediquen la caridad, el compartir, la ayuda al desvalido, y la humildad...
Paso 4: ...para acto seguido vestir a la virgen con quintales de oro, meterle 10 ó 12 varales de plata de la buena, orquídeas a tutiplen, y un llamador de 56 quilates.
Como Dios quiere y necesita, igualito. Tiene cojones que no les de un cortocircuito en la cabeza y en la moral. ¿Es pecado capital sacar un dolorosa pobre de ropajes pardos y roídos, humildes como fueron en la realidad? Quizás no. Pero la soberbia... esa si es pecado capital.
OLé, olé y olé , por seguir con el folclore. Cuanta verdad en tan pocas líneas y encima lo peor es que cuando se hace ese razonamiento a los capillitas ( engominados ellos, que eso también es tradición) te miran como si estuvieras loco. Y es que claro no hay peor sordo que él que no quire oir.
ResponderEliminarRazón tienes, amigo. Si intentaramos exponer una sóla idea objetiva analizada antropológicamente, una multitud te lincharía, muy cristianamente, pero te lincharía.
ResponderEliminarSi algo bueno tiene el folclore semanasantero es que une a las personas: tanto al pijo engominado con cara de palo que pasea con el coche por las calles de Sevilla con "Caridad del Guadalquivir" a todo volumen, como al cani que en su carro tuneado cambia el reggeton por el sentimiento cofrade de las marchas. Ole ahí.
He disfrutado mucho leyendo este sermón. He reído y he sentido escozor ajeno también. Inspirado si señor predicador.
ResponderEliminarAñadiré el caso, por parte de varias cofradías en España, del Cristo que con su brazo balanceante indulta a un prisionero de cumplir condena en la cárcel. Ahora se hace de forma más light y no tan mediaval y centrándolo todo en el azar, pero aún así me parece teatrero, que no teatral.
Con Dios.
Es cierto todo lo que dices mi amigo. En realidad, la gente pasa de organizarse la vida, y prefieren dejarse llevar por la estructura ya creada, de tal forma que al final te puedes encontrar pequeñas curiosidades; ese señor tan importante que dirige el paso disfrazado como dices de gran empresario, o ese hermano mayor que preside todas las juntas... encuentras que en la vida real es el carnicero del Alcampo que ni pincha ni corta en la comunidad. Pero eso sí, una vez al año se convierte en un líder, como también así ocurre en el carnaval, donde uno al final, también se disfraza de algo que no es en la rutina del día a día.
ResponderEliminarBuen artículo, predi. Un abrazo de Kirbill.
Gracias por su estupenda y aguda apreciación, hermano.
ResponderEliminarQuisiera hacer alusión a ese "sentimiento" cofrade tan argumentado que se saca tanto a colación cuando se quiere rebatir lo que hasta ahora hemos dicho. ¿Se trata del mismo "sentimiento" que argumentan cuando hablan de sus colores del furbo? Porque lejos de tratarse de un sentimiento de devoción o admiración al dios o las diosas de turno o a la figura realmente venerada con espiritualidad verdadera, paréceme que ese sentimiento se refiere más a los pelos de punta y el nudo en la garganta producido por una chicotá bien ejecutada al entrar en una calle, o la apoteósis de la marcha "Rocío" mientras bailan a la Esperanza de Triana. Por lo cual, ese sentimiento argumentado no creo que deje de ser sólo una sensibilidad hacia una manifestación popular/artística concreta y nada más, en vez de algo auténticamente religioso, como se quieren hacer creer a sí mismos.
De regalo, este video curioso: http://www.youtube.com/watch?v=EHXrm7UN4lc&feature=related
Está claro que esto no va con la religión, sino con las hermandades y como tales son competiciones para ver quién tiene más "clase" ¿cuántos famosos salen en tu hermandad?¿Cuál es más grande?¿Cuál es más excluyente?¿Cuál junta más millones encima de una estructura de madera?¿Cuál pasa antes o después por el punto X?…¿Cuál viene antes a comerme LA POYA?.
ResponderEliminarEs la cultura de la fiesta y el alpargatazo en el pecho. La eterna competición entre iguales por ser más que el otro a golpe de cartera, loncha y catavinos.
He escuchado frases como "como mejor se ve la semana santa es desde los bares con una copita fino en la mano y una tapita adobo" o "zeñorita, que me llevo ar ñiño porque nos vamo ar rosío y hemos pedido un préstamito en el banco pa ir porque la cosa está muy mala".
Hay que revisar nuestra escala de valores, bien, ¿y qué tal si revisamos de nuevo lo que se necesita para vivir y lo que no?. "A vivir que son tres días" pero que podrían ser tres putos años si tuvieras algo de cabeza para gastarte el pastizal en cosas importantes y no en andar de punta en blanco detrás de unos bueyes para ponerte fino y que te peguen de hostias por estar tajao con la excusa de saltar la reja.
En mi opinión tenía que haber más muertos en estas cosas, y a lo mejor la gente se lo pensaba antes. ESTAMOS CREANDO MONSTRUOS.
http://youtu.be/SdgWEe60_vM